La vía Pitalito-Neiva es escenario hoy de gigantescas caravanas de tractomulas y otros vehículos de gran tamaño que transportan crudo desde el Putumayo y Caquetá, maquinaria y otros elementos pesados para obras como El Quimbo. El grave accidente ocurrido hace unos meses cerca a Pitalito, que estuvo a punto de dejar sin su acueducto principal a 150 mil laboyanos, y otros que se han registrado en la misma ruta, se suman al presentado el puente festivo pasado en la zona de Altares, entre Gigante y Hobo, con el derrame de cerca de 8.000 galones de crudo que llegaron hasta las mismas aguas del río Magdalena.
El percance no es el primero, ni será el único. Lo que se constató es que muchos de los carrotanques transportan el crudo sin los planes de contingencia que son obligatorios para transporte de sustancias peligrosas. Solo en Pitalito, las autoridades ambientales adelantan 14 procesos de derrames ocurridos en el sur.
El transporte de millones de galones a diario por nuestra única carretera nacional pavimentada se convirtió en un peligro. El paso de tractomulas aumentó la accidentalidad, con un alto número de muertos y heridos; deterioró la precaria infraestructura vial y debilitó puentes como el Paso El Colegio.
Las afectaciones sobre la misma vía nacional son enormes y evidentes en cada kilómetro que se recorre, y no bastarán a mediano plazo las obras de refacción y repavimentación que se adelantan en la misma ruta, puesto que se trata de una vía no hecha originalmente para soportar el enorme peso de estas máquinas ni menos el alto volumen de ellas que transitan hora tras hora.
No es el transporte de petróleo, en todo caso, una actividad que deba hacerse racionalmente sobre las carreteras casi a cielo abierto; las modernas tecnologías obligan a que su tránsito sea por tubería, justamente por el enorme riesgo ambiental, seguridad vial y presencia masiva de otros vehículos de pasajeros de mucho menor tamaño que deben exponerse a moverse a su lado. Las autoridades ambientales deben extremar las medidas, lo mismo que las autoridades locales y regionales para poner freno a esta problemática que se volvió recurrente. Pitalito tomó la iniciativa al imponer medidas y ejercer controles. El Gobierno Nacional está en mora de regular este tema.
Esos 8.000 galones de crudo que cayeron al Magdalena y a algunos de sus pequeños afluentes tienen un costo ambiental incalculable, sin dejar de considerar las vidas humanas que se siguen perdiendo por el paso de las caravanas de tractomulas, aumentando la inseguridad en las carreteras.
“El paso de tractomulas aumentó la accidentalidad, con un alto número de muertos y heridos; deterioró la precaria infraestructura vial y debilitó puentes como el Paso El Colegio”.
Editorialito
Un infarto fulminante acabó ayer con la meritoria existencia del abogado Carlos Delgado Pereira, presidente de la Asociación Nacional de Anunciantes (Anda), agremiación que pierde a uno de sus más creativos líderes. A sus familiares y amigos, sentidas condolencias.