El consultor en turismo, Albeiro Castro, hace para LA NACIÓN un recorrido gastronómico por el Huila. De paseo por el sur y el occidente del departamento podemos disfrutar, también, de una variedad de sitios turísticos.
Albeiro Castro Yépez
El tristemente célebre aislamiento social motivó a Joselito Buendía y Margarita Flores a emprender un recorrido por las regiones que conforman el departamento del Huila con el propósito de darle rienda suelta al paladar hasta lindar con la gula, cuya experiencia me compartieron con emoción y alegría.
El periplo dicen, tomó rumbo sur pretendiendo llegar temprano a la plaza de Campoalegre para desayunar con guiso de arroz acompañado de algunas porciones de fritanga, una vez cumplido el propósito se visitó el templo y parque para conocer algo de la historia local; retomando el camino pronto se llegó al Hobo parada obligada para las medias nueve, pandeyuca con cebada y avena, la ingesta obliga un motoso en el carro hasta llegar a Gigante para contemplar la famosa Ceiba de la Libertad, y continuar a Garzón, ciudad donde es necesario realizar un recorrido por el conjunto de templos, monasterios y seminarios, incluida la visita al Molino, tiempo suficiente para animar el apetito, pues en La Floresta obliga degustar el exquisito Arroz Tapado, para luego darle derecho hasta Altamira donde La Nena aguarda con las galletas de naranja y los panderos, postre o galguería no se pueden dejar de lado en este recorrido; la noche, dicen nuestros amigos, resulta divertida en San Agustín pues se disfruta la música de chirimía al calor de tragos cortos de canelazo acompañados de bocados de cuy asado, yuca cocinada y el infaltable ají criollo.
La fresca mañana la aprovechan para recorrer el Parque Arqueológico recreando en cada escultura el pensamiento mítico y poético de los agustinianos en torno al cosmos y la naturaleza, desde luego el esfuerzo amerita reponer energías, para ello se visita a Richard siempre presente con su parrilla mixta de res y cerdo, tambor de vegetales y el café colado a placer del comensal, listo dice Joselito nos vamos para donde don Manuel que nos espera en la Molienda, uy, ese es un tema de locura, una abundante ingesta de guarapo acompañado de empanadas de pipián y como si fuera poco las panelitas con maní. Margarita recuerda su necesidad de armar un documento fotográfico del Salto de Bordones desde las dos orillas, una desde Isnos y la otra desde Saladoblanco donde la panorámica resulta más excitante, pues se disfruta la caída de agua desde un ángulo mucho más cercano sintiendo la caricia de la bruma y armónico concierto que ofrece la estrepitosa caída de agua, la emoción despierta el apetito, don José invita al Valle de la Hermosa Luna un criadero de trucha donde la ahúman para luego asarla y refrescarla con salsa de ajo, acompañándola de puré de yota, reposición de energías suficientes para caminar por la Reserva Natural El Cobre, caminata en la que coinciden con María Elcy mujer plateña que invita al recorrido por el occidente, la primera parada es en La Argentina, la ingesta cambia radicalmente, las frutas hacen presencia, especialmente la pitahaya y el durazno contribuyendo a mejorar la digestión, luego en La Plata el camino se transforma en dulce, pues, aparece el cortado con quesillo de La Ricota, al igual que los celtas el dulce conecta con los rectores espirituales, una corta visita al santuario del Beato Pedro María Ramírez Ramos y luego a la Virgen de Las Mercedes de Nátaga. Al regreso la parada infaltable en El Paraíso para degustar un Sábalo Asado a la brasa y el postre aguanta hasta Paicol con el exquisito arequipe de guanábana elaborado por Amparito y rumbo a Neiva con una rápida parada en Tesalia para comprar quesadillas que servirán de suvenir para los amigos.
Comentan que doña Sandra los espera en Neiva con un viudo de bocachico criollo como se prefiere por los expertos gastrónomos, y luego el viaje soñado, montados en una canoa para llegar a Fortalecillas donde don Roberto está listo con el Taller de la Achira un verdadero premio para el viandante, entonces, Margarita manifiesta su agotamiento pero Joselito dice, no podemos terminar sin disfrutar del paisaje celeste del Desierto de La Tatacoa y desde luego de un banquete con ovejo asado, pepitoria, surumba y vino de cactus. Seguramente tendremos la oportunidad de escuchar de este par de amigos los relatos de otros periplos del sabor, mientras tanto, buen provecho.