Desde el año 1996 hasta la fecha se han producido más de 100 votaciones con fines de revocar el mandato de alcaldes en el país. Ninguna ha sido positiva para los promotores porque, en casi todos los casos, aunque la votación ha sido mayoritaria contra la permanencia del Alcalde, no se ha alcanzado el número mínimo de votantes requeridos por la ley para que se produzca la revocatoria del mandato. Es decir que la abstención ha sido la absoluta ganadora en todos los casos, por lo cual es claro que mientras no se hagan modificaciones al contenido de las normas de revocatoria en cuanto a los mínimos de participación, o los mecanismos de promoción de estos procesos, no parece viable que algún alcalde o gobernador vaya a perder su cargo por voluntad ciudadana.
Lo ocurrido en Campoalegre el domingo obedece al mismo fenómeno: votaron 3.807 ciudadanos, de los cuales 3.680 lo hicieron por el ‘SÍ’ para que la mandataria Neyla Triviño dejara el cargo, es decir más del 96 por ciento, en tanto que solo 84 marcaron el ‘NO’, cifra total inferior al umbral mínimo de 7.558 sufragios. Estaban habilitados para votar 23.359 ciudadanos lo que refleja que apenas el 16.3 por ciento acudieron a las urnas.
La conclusión es simple: los alcaldes impulsan que sus seguidores o quienes no están de acuerdo con la revocatoria no salgan a votar, los cuales sumados a los tradicionales abstencionistas frenan el proceso y el mecanismo sigue fracasando. La misma Triviño lo había dicho, “La gente que apoya a la Alcaldesa no va a salir a votar”.
Pero si nos atenemos solamente a la gente que votó, que es la que al final importa en el resultado, debería preocuparle a la Alcaldesa que casi 4 mil ciudadanos de Campoalegre no la quieran como su mandataria. Algo está pasando. No se trata solo de evitar – como ella lo anunció – de que la gente salga a votar, cuando justamente la democracia se expresa es a través del voto, sino de tomar en cuenta a esos paisanos suyos a quienes no les gusta su gobierno. Esos votos son válidos y más que necesarios para corregir el rumbo de lo que está haciendo; ayer mismo ella debería estar tomando decisiones como consecuencia de este resultado adverso. Pero prefirió celebrar que no la revocaron porque la gente no salió a votar en el número exigido.
Ha de destacarse, en este análisis, la valiente labor de quienes le apostaron a la revocatoria y lograron esa cifra de votantes. Nada fácil enfrentarse a un gobernante en ejercicio, con todo el poder institucional a la mano incluyendo el presupuesto oficial. Ahí parecería estar el hueco negro de las revocatorias: el desequilibrio entre quienes piden revocar y quien no quiere ser revocado.
“Ahí parecería estar el hueco negro de las revocatorias: el desequilibrio entre quienes piden revocar y quien no quiere ser revocado”.
Editorialito
En la mitad del camino se quedó la terminación del distrito de riego Tesalia-Paicol, por culpa del contratista. ¿En qué queda la ejecución? Los organismos de control deben ejercer la vigilancia del proceso de liquidación para salvar los recursos públicos.