Traducir parece una tarea sencilla para muchas personas, pero lo que muchos no saben es que hay toda una ciencia detrás de esto. Y es que no es nada más colocar palabras que signifiquen lo mismo en un idioma que en otro; es su finalidad, su estructura, su exactitud y su claridad lo que hacen de este trabajo un arte. Al buscar traducir un documento o una serie de documentos desde un idioma del cual no se tiene conocimientos, lo mejor es consultar con un experto. Mejor aún si este forma parte de una empresa de traducción, ya que éstas usan métodos de traducción que garantizan la excelente calidad de la traducción.
El método literal
Este método traduce palabra por palabra del texto a trabajar manteniendo su sintaxis y forma. Tiene la ventaja de ser fácil y rápido, pero no es preciso ni cumple con la funcionalidad de la comunicación en la traducción, que es el dar a entender el mensaje desde el emisor hacia el receptor. Este método es comúnmente utilizado por traductores automáticos como Google Translator, DeepL y muchos otros que traducen palabra por palabra sin tomar el contexto de la oración o la naturaleza del documento por traducir, Por ello, no hay que fiarse de este tipo de traducciones.
Método interpretativo-comunicativo
Este método es el más utilizado en una agencia de traduccion, en los casos en que la funcionalidad de la traducción sea prioritaria sobre la estructura sintáctica del contenido. Se apoya en la teoría del Escopo que proviene de la técnica de la equivalencia, ésta última persigue equiparar la funcionalidad de las palabras o de las frases con su equivalencia en el idioma objetivo. Dado que existía un dilema moral para los traductores profesionales entre cuál método de traducción aplicar al momento de traducir un texto, se inventó en 1978 la Teoría del Escopo, la cual une la brecha lingüística-funcionalista entre la literalidad de las traducciones y la funcionalidad de la misma. Argumenta que el propósito es la base de la funcionalidad de la traducción, pues se debe tomar a cabo varios factores antes de comenzar a traducir un documento, entre los cuales están: el propósito general del traductor, la audiencia a quien será dirigido el texto, y el propósito de la estrategia o método a usar en la traducción. De esta manera, no queda dudas con respecto a cuál método de traducción usar.
Método libre y el método filológico
Al elegir el método libre se genera un libre albedrío para el traductor, al darle libertad de interpretación y análisis del texto por traducir. Tal flexibilidad podría causar malentendidos y equivocaciones debido a las diversas connotaciones que puedan tener las palabras. Pero por el otro lado, el traductor filológico debe tener conocimiento especializado en la materia del texto que se ha de traducir, es decir, ya no es una simple traducción, sino un trabajo más especializado en el cual el traductor forma parte de la modificación y redacción e ideas del texto, y eso lo convierte prácticamente en un co-autor del mismo. Este tipo de trabajos casi siempre son más costosos en comparación con las traducciones de textos simples.