Jimena Bobadilla, huilense certificada en disciplina positiva para las familias, hace para LA NACIÓN un análisis sobre la decisión del Senado de la República de prohibir los castigos físicos en contra de los menores de edad. Afirma que como adultos cuidadores estamos en la tarea de guiar, acompañar y educar desde el ejemplo.
Jimena Bobadilla
Certificada en Disciplina Positiva Para las Familias.
IG: @jimebobadisha
Para las personas que creemos firmemente en la crianza respetuosa esta noticia es motivo de celebración pues sabemos que todas las personas merecemos el mismo respeto y la misma dignidad, incluidos LOS NIÑOS; para otros ha sido increíble que esto esté sucediendo, por tener interiorizados fuertes patrones de crianza con violencia que no les permite creer que se puede criar sin ella.
La noticia es que SÍ ES PORSIBLE eliminar el maltrato físico, los castigos, las amenazas, los chantajes en la crianza, logrando educar seres humanos con habilidades sociales y de vida, lejos del autoritarismo y la permisividad.
La disciplina positiva nos invita a ser firmes y amables al mismo tiempo, nos enseña respeto mutuo, establecer límites claros, normas, acuerdos, conectar emocionalmente, comunicarnos asertivamente, satisfacer todas su necesidades físicas y emocionales. Creánme, existen demasiadas herramientas que les podría compartir e invitarlos a sembrar esa semillita que les dará grandes resultados. Nunca es tarde para iniciar nuevos principios de crianza basados en el respeto mutuo, bajemos las espectativas del buen comportamiento de los niños, de esta forma podremos ser más empáticos en la crianza; conocer cómo funciona el cerebro de un bebé o niño, nos permite comprender que por su inmadurez cerebral van a existir comportamientos esperados para su edad y desarrollo, tu hijo no es diferente, todos atravesamos los mismos retos y es de padres responsables informarnos y aprender las herramientas que nos serviran para ejercer la tarea más importante de nuestras vidas, la de criar un buen ser humano.
Es válido que los comportamientos de nuestros hijos nos puedan molestar, pero debemos recordar que como adultos cuidadores estamos en la tarea de guiar, acompañar y educar desde el ejemplo, sería incoherente pedirle a un niño que no pegue, si le pegamos. Cuando nos hacemos cargo de esa responsabilidad, nos preparamos para tener la plena certeza que ante un error hay una excelente oportunidad para enseñar. Dejemos de ponerles etiquetas como: grosero, cansón, llorón, mejor enfoquémonos en describir lo sucedido y no en el ser, recuerda que ellos se terminan creyendo todo lo que les decimos y se esforzarán por hacerlo muy bien, así que cuida tus palabras, vamos a dar un ejemplo.
Situación: niño brincando en el sofá. Correjimos asertivamente y ponemos el límite mirandolo a los ojos: “Pies en el piso” (La acción que quiero que haga, su cerebro funciona con imágenes) o hacemos una pregunta “¿Para qué sirve el sofá?” Niño: “Para sentarnos”, si el niño no atiende a la instrucción o se pone bravo, lo ayudamos firme y amablemente a sentarse, conectamos con él validando su emoción: “Entiendo que te sientas enojado porque no te dejo saltar en el sofa” te mantienes firme, ahora nos enfocaremos en lo que sí pueden hacer y damos 2 opciones: “¿Quieres que te ponga unos cojines para saltar o prefieres pintar? Hemos identificado una necesidad física, los niños necesitan estár en constante movimiento y es algo propio de su desarrollo o quizás necesita de mi atención porque no le he puesto cuidado en todo el día. Es importante revisar lo sucedido.
Nuestros hijos no pueden crecer pensando qué les damos y les quitamos en la medida en que ellos cumplen con nuestras expectativas o hacen lo que nosotros queremos que hagan. Debemos ayudarles a desarrollar esa motivación intrínseca que se refiere a la realización de acciones por la mera satisfacción de hacerlas sin necesidad de ningun incentivo externo (premio o castigo).
Los niños que crecen en hogares con maltrato emocional, físico o verbal, son adultos que crecen normalizando la violencia y son los tipicos adultos que manifiestan con seguridad que a ellos les pegaron y que están muy bien, no están traumatizados; implicitamente vemos cómo existe un trauma en ese adulto que es el de normalizar la violencia.
El maltrato físico y la violencia en la crianza producen estrés en el niño y altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, producen trastornos de desarrollo cerebral, trastornos emocionales y trastornos comportamentales.
Los niños que están sometidos con mayor violencia en la crianza pueden presentar depresión, trastornos alimenticios, trastornos del aprendizaje, ansiedad, deficit de atención, trastorno posicionista desafiante, suicidio y trastornos del desarrollo.
¿Quieres darle una oportunidad a la criaza sin violencia? Escríbeme por instagram @jimebobadisha a las primeras 10 personas les obsequiaré mis Guías: 1. “Límites con Respeto” Guía para eliminar los castigos, chantajes y pemios en la crianza. 2. “Manejo de Pataletas desde la Disciplina Positiva”