El 15 de junio de 1994, Día de la Huilensidad, cambió la historia del periodismo regional y comenzó una nueva era. Hoy, 27 años después, se fortalece en medio de otra era que marca otra ruptura.
RICARDO AREIZA
En medio de la tragedia, monseñor Jorge García Isaza, prefecto apostólico de Tierradentro (Cauca), no se dejó apabullar por el dolor. Tampoco por el desespero.
Siete días después de la catástrofe que dejó 1.109 muertos, 13.966 damnificados, el religioso se preparaba para oficiar la primera homilía con los sobrevivientes.
Su hermano, también vicentino, Mario García Isaza, rector del Seminario Indígena Paez (SIP), arrastrado por la avalancha, impartía la absolución general ante el peligro.
Poco antes había sido rescatado bajo el lodo cuando el seminario se desplomó. El religioso estaba preparando la ordenación de los primeros sacerdotes indígenas cuando se produjo el terremoto.
Monseñor García Isaza recordó el estribillo que todos los días replicaban en radio ‘Eucha’ a cada rato, levantó las manos y conmovió al auditorio.
“¿Qué nos entreguemos?, preguntó. “¡No! ¡Que nos levantemos!, exclamó ante los devotos desconcertados.
El sacerdote vicentino no lograba olvidar el fuerte remezón que se registró ese lunes festivo a las 3:47 de la tarde y luego el fuerte rugido cuando la montaña se les vino encima.
Tampoco la absolución general que su hermano había declarado ante la magnitud de la tragedia ni la que había pedido para él ante la incertidumbre.
Renacer
Desde el púlpito de la iglesia de dos torres, averiada por el terremoto, García Isaza, creyó que en esas circunstancias no había espacio para el desespero.
“El calvario -dijo- no fue la finalización de todo. Tampoco las caídas. La finalización de todo fue la resurrección. Ese es el mensaje”, repetía.
Aun en el dolor, había que levantarse y avanzar. “Levantando y construyendo, todo por todos”, como lo repetía Radio Eucha, la única emisora que transmitía en lengua nasa.
No había otra opción. Esperar y renacer. “Con ánimo esforzado, con entusiasmo, esperanza y fe: ¡Resucitaremos, en Tierradentro, tierra de Dios!”, repetía. Ese día, día renació la esperanza.
Esperanza
El presidente César Gaviria solo llegó dos días después. Desde Neiva coordinó el plan para ayudar a miles de damnificados que permanecían en las partes altas, sin alimentos, en albergues improvisados ante nuevas réplicas de la tragedia.
El 9 de junio declaró el estado de emergencia en la zona impactada y dispuso la reconstrucción.
El equipo periodístico de LA NACIÓN, integrado dos meses antes, desde la zona del desastre cubría los pormenores de la catástrofe.
El 14 de junio, la Gran Bretaña entregó las primeras ayudas: 60.000 libras esterlinas para ayudar a la reconstrucción.
El mundo entero aterrorizado ofrecía apoyo técnico para atender la fase inicial de la emergencia. La Fuerza Aérea de los Estados Unidos dispuso varios helicópteros para transportar puentes metálicos.
Al día siguiente, el 15 de junio de 1994, Día de la Huilensidad, cambió la historia del periodismo regional y comenzó una nueva era.
Ese día el empresario Jesús Oviedo Pérez, entregó el primer ejemplar de LA NACIÓN, al lado del gobernador Julio Enrique Ortiz; el impresor José Ignacio Ortiz, el periodista Carlos Salamanca, el primer Jefe de Redacción y de Fermín Segura, el primer director. También estuvieron el presidente de RCN Ricardo Londoño y el secretario General del Ministerio de Comunicaciones Luis Alfonso Vásquez.
La nueva era
Hace 27 años, LA NACIÓN, abrió una nueva era. Con un formato novedoso rompió el esquema del periodismo escrito y se abrió paso como un aporte a la modernización de los medios impresos.
Como estaba ocurriendo en el mundo LA NACIÓN se sumó a la nueva era en el mundo de las comunicaciones. Atrás quedaron las máquinas de escribir y los linotipos.
Con LA NACIÓN llegaron los primeros computadores de última generación, el fax modem, la composición electrónica, los equipos de impresión litográfica, el offset, que estaban cambiando radicalmente las salas de redacción.
Cuatro años después, inauguró su página web, la segunda después de Usconet de la Universidad Surcolombiana, líder en el país. Luego adquirió la nueva rotativa Harris V 15 de ocho torres que dinamizó el mundo de la impresión y permitió el nacimiento de otros medios impresos como El Líder’ en Caquetá, y el periódico popular OLE, actualmente suspendidos.
LA NACIÓN se convirtió desde el comienzo en motor de esa nueva dinámica, impulsada por la Ley Páez, expedida por el Gobierno para la recuperación de las zonas devastadas por la avalancha.
Al mismo tiempo que se expandía el desarrollo regional, también crecían las nuevas universidades. La capital huilense se transformaba. En esa época llegaron las primeras plataformas comerciales como Óptimo y Fresmark y el Huila, como tierra de promisión, se convertía en tierra de oportunidades y en el corazón de un nuevo eje cafetero de alta calidad.
Ruptura
LA NACIÓN llega hoy a los 9.716 ejemplares con un mayor liderazgo en la Región Surcolombiana, asociado al Grupo Informativo LA NACIÓN, acorde con los nuevos desarrollos del periodismo moderno.
Además del medio impreso, logró consolidar el formato digital, el portal Web y ha posicionado sus proyectos multimedia con extraordinarios resultados y con una reconocida trayectoria que seguiremos construyendo en medio de los nuevos desafíos
Hace 27 años, LA NACIÓN, apareció en medio de la tragedia como un renacer. Ahora, la crisis sanitaria, ocasionada por una pandemia global, mostró otra ruptura para seguir creciendo.
Sin duda, en medio de los acelerados avances tecnológicos, el crecimiento de las redes sociales, está naciendo otra era.
La sociedad civil, convertida hoy en el quinto poder, está desempañando un papel cada vez protagónico en los grandes temas de política pública que nos estan marcando un nuevo sendero.
En este entorno, el mensaje de monseñor Jorge García Isaza, obispo emérito de Tierradentro, pronunciado durante su primera homilía después de la avalancha, hace 27 años, cobra plena vigencia.
“Los medios de comunicación, fueron el eco de nuestras angustias y seguirán siéndolo”. Y tenía razón.
El país está cambiando y la ciudadanía, el eco de todas las angustias, se está convirtiendo en un quinto poder, antes atribuido al periodismo, que marcará ese derrotero, por ahora indestronable.