La Nación
Empresas exitosas 1 24 octubre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Empresas exitosas

Monseñor Froilán Casas, obispo de Neiva

La calidad no se improvisa, es fruto de una larga cadena de compromisos y dura disciplina. La mediocridad no da buenos resultados. No se trata de no cometer errores, se trata de corregirlos y reemprender un plan de mejoramiento. Miguel Ángel dedicó días, meses y años para ir esculpiendo en una piedra relativamente tosca la bellísima escultura, -hoy hacen largas filas para apreciarla-  LA PIETÁ. En una empresa exitosa los empleados, no solamente se ponen la camiseta, la sudan, eso es lo más importante. Casi no hay empresas del sector público que sean exitosas. Ordinariamente están llenas de burocracia. Si se aplicara una reingeniería al aparato organizacional, muchos puestos de trabajo sobran.

Los servicios que presta la empresa necesita otros perfiles ocupacionales para su eficiente funcionamiento. En sana lógica, empresa que no sea eficiente o se reestructura, o que desaparezca. El presupuesto del erario se despilfarra de manera alarmante. Por ejemplo, ¿cuánto gastamos los colombianos en sostener el congreso de la república?; ¿serán necesarios trescientos parlamentarios para legislar este país? Se gasta mucho presupuesto en funcionamiento. Con frecuencia las empresas del Estado son ineficientes. No existe un código disciplinario serio y expedito que facilite procesos de estímulos y de sanciones. Fácilmente un ordenador de gasto público resulta involucrado en los procesos que adelante. En la práctica resulta imposible sancionar a un funcionario público; presentan la demanda y la ganan.

Por eso muchos directivos se abstienen de sancionar y se hacen “los de la vista gorda” permitiendo toda clase de atropellos a los usuarios de los servicios, quienes pagan con sus aportes el sostenimiento de la empresa. Debe haber un código laboral flexible para que la empresa pueda contar con los talentos humanos requeridos en concordancia con los servicios que presta. El éxito de las empresas del sector público y privado en el Japón es porque el trabajador tiene claro su puesto de trabajo. Allí no se ve al empleador como a un enemigo, por el contrario, todos se sienten identificados con la visión y la misión de la empresa. Son conscientes que si la empresa no es competitiva, sale del mercado y entonces, ¿quiénes pierden? Pues, todos. Tienen un código laboral muy claro que favorece el Bien Común; es decir, empresa y trabajador. Allí no existe la mentalidad maniquea de diferenciar al trabajador del empleador.

Allí, empleador y trabajador, son trabajadores. Saben que para ser competitivos se deben dar resultados de calidad. El departamento más importante de una empresa es el DEPARTAMENTO DE LA CALIDAD. La calidad no es retórica, es un hecho que se evidencia: excelentes y ágiles servicios; el cliente es sagrado, éste es el señor de la empresa. Si no hay clientes, no hay empresa, así de sencillo. El funcionario no se siente el dueño de la oficina o taller, es sencillamente un servidor. Las relaciones son planas dentro de un profundo respeto. ¡Lejos de la empresa estatal el clientelismo! Eh ahí el secreto del éxito.