Nuevos medios y aplicaciones de comunicación vía internet, como WhatsApp o Line, se han convertido en el escenario de las peleas y altercados entre niños y jóvenes. Como ha ocurrido en el pasado con correos electrónicos y redes sociales, estos medios se transforman hoy en una peligrosa arma de bullying que logra rápidamente que dinamizar su difusión y que la victimización se perpetúe en el tiempo.
Así lo advierten expertos, quienes alertan el mal uso que se hace de smartphones y tabletas como herramientas en el entorno juvenil. “El ciberacoso es la herramienta grupal más poderosa para ejecutar el acoso escolar y se manifiesta con mensajes insultantes, humillantes y crueles; con amenazas; suplantando la identidad de otros compañeros para dañar su reputación o amistades; revelando secretos, informaciones o fotos comprometidas o privadas, o excluyendo intencionadamente a compañeros de grupos online”, detallan.
Lo ideal es “que si los menores se sienten víctimas de acoso en su entorno escolar acudan siempre a un adulto -padres, profesores o tutores-, para intentar poner fin a esa situación y buscar soluciones al conflicto”.
Internet no tiene la culpa
Internet no es el origen de estas situaciones, no debemos buscar chivos expiatorios; el ciber-acoso viene generalmente acompañado y precedido de un acoso en el ámbito escolar. Si queremos buscar culpables deberíamos empezar a mirar hacia nosotros mismos. No es cierto aquello de que “los niños de hoy en día lo tienen todo mascado” o que “con Internet estos niños cada vez maduran antes”. Lamentablemente, la despreocupación, la ingenuidad de los padres y la falta de conocimientos informáticos de estos hace que lo los adolescentes se enfrenten solos -y cada vez antes- a una realidad abierta y accesible en la red.
Busque ayuda
Las autoridades buscan crear conciencia a todos de la importancia de frenar estas conductas violencias en los salones de clase y en otros entornos sociales. Si se es víctima de acoso, estas son las recomendaciones:
-Si se es víctima de algún tipo de acoso por parte de un compañero, cuénteselo a un adulto: pida ayuda.
-Advertir que el niño o joven no está sólo: padres, profesores y, si fuera necesario, -en casos constitutivos de delito o falta-, la Policía están para frenar esa situación.
-Si como padre o profesor se detecta que su hijo o alumno muestra cambios de humor, está triste, huidizo, finge enfermedades para no ir al colegio o no tiene amigos, intente hablar con él para saber qué ocurre y cómo poder intervenir.
-Se debe crear conciencia a la víctima de que no es inferior a nadie y crear pautas correctas para responder a las amenazas, humillaciones o maltrato del acosador.
-Si se es testigo de un caso de acoso: no sea cómplice. Su silencio engrandece al maltratador y le ratifica en su conducta. Implíquese y denuncie.
-Si recibe archivos, vídeos o fotos en las que se humilla a un compañero, o son de carácter íntimo y privado, no participe en su difusión: denuncie.