La Nación
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Neiva, el horror de las escombreras. Por Gabriel Calderón Molina

“Una ciudad no es más limpia porque más  se le  barra, sino porque menos  se le ensucia”. Me acordé de esta  lapidaria  verdad de la cultura  ciudadana al leer la información y ver las fotos publicadas  el miércoles pasado en la  que  este periódico  denunció,  cómo, muchos lugares de la periferia de Neiva,  están  convertidos  en botaderos  de escombros; o sea de basuras generadas  por la irresponsabilidad de constructores y de personas a quienes la belleza, el aseo y ornato de la ciudad les importa un comino. Esta es la triste realidad de esta ciudad en la cual, a pesar de sus  cuatro siglos de existencia, sus  habitantes no  hemos aprendido a hacer  de ella  una ciudad limpia, hasta el punto de que,   el canal Citytv de Bogotá, mostrando el Parque Santander,  la calificara en el año pasado, como la capital de  departamento más  sucia de Colombia. ¿Qué hacer? En todas  partes del mundo los  gobiernos locales asumen la responsabilidad por hacer limpias las  ciudades y por mejorar el caos  vehicular basados en dos  estrategias: cultura ciudadana y represión. En Neiva ni  lo uno ni  lo otro funciona. La cultura  ciudadana es un proceso educativo   que se inicia de desde la escuela basado en las  normas que sustentan la convivencia. Aquí hablar de cultura  ciudadana es como hablar en otro idioma. Nadie en la Alcaldía traza estrategias  y ni programas  para implementarla.  Y  en cuanto a la represión  que opera a base  de sanciones a los infractores,  parece que en Neiva, tanto la Secretaría de Tránsito en la solución del caos  vehicular, como en el Datma en el caso de las  basuras y desechos, son históricamente  organismos de precarios  resultados, ineficientes y poco  comprometidos con el futuro de la ciudad. En cuanto lo denunciado por  este periódico en relación con las escombreras, no es la primera vez que  la prensa local  lo denuncia. Aparecen las  disculpas y las promesas de  los funcionarios, pero  el problema  está ahí y seguirá  ahí si el Alcalde Pedro Suárez no interviene. Quién entiende que mientras a comienzos del año  pasado se decía que  las escombreras ilegales  eran alrededor de  50, la cifra es ahora de 107. El problema se  acrecienta, pero el Datma parece que voltea a mirar  para otro lado.