Jesús Andrés Leal es un joven neivano de 22 años que ha sobrevivido a las adversidades que la vida le puso en el camino. Tiene grandes sueños, entre ellos ser pianista y percusionista. Además, anhela con llegar a las ‘grandes ligas’ de la música, pertenecer a agrupaciones musicales y asistir a conciertos de talla internacional.
Jhoan Sebastián Salazar
En muchas oportunidades, o en la gran mayoría, con el pasar del tiempo, la vida va colocando obstáculos que se deben superar para llegar a una meta o un objetivo. La historia de Jesús Andrés Leal es un ejemplo claro de ello. Actualmente tiene 22 años, pero desde su nacimiento tuvo que superar pruebas de fuego.
Este joven neivano nació prematuro, a los 5 meses y medio de gestación. Los galenos no le daban chance de vivir, pero Dios hizo el milagro, pero por cosas de la vida, pagó un precio muy caro: quedó invidente.
“Yo quedé con ceguera total porque nací prematuro, de 5 meses y medio. Duré un mes aproximadamente internado en incubadora y por lo que era muy pequeño, las gafas que le ponen a uno en los ojos se me caían constantemente y los médicos no se daban cuenta. Entonces todo ese tiempo que yo duraba sin las gafas puestas, esa luz poco a poco fue quemando mi retina hasta que la quemó por completo”, señaló Jesús en diálogo con LA NACIÓN.
“Al año mis papás se dieron cuenta de que yo no veía, porque en el caminar mío, porque me tropezaba con las cosas, me caía frecuentemente, me miraban los ojos y se veían distintos. Entonces me llevaron al médico en la ciudad de Cali y allí se dieron cuenta que tenía la retina totalmente quemada”, complementó.
Pese a que desde muy pequeño quedó invidente, no siente ningún remordimiento, todo lo contrario, agradece a Dios la oportunidad que le dio para vivir, así sea a ‘oscuras’. Con el pasar del tiempo, en sus estudios, la música fue llegando poco a poco a su vida y pese a que le encanta la batería, el primer instrumento que llegó a sus manos fue el piano. Hoy, sueña con ser pianista, pero no deja a un lado el también ser percusionista.
“A mi desde muy niño, la música siempre me ha gustado, tocaba mucho el tambor y a los profesores les gustaba porque lo hacía como con estilo de sanjuanero. En el 2020, me llamaron que había salido beneficiado en un grupo u orquesta que la Secretaría de Cultura quería formar. Yo entré a ese programa como percusionista, aprender a tocar batería, pero una persona me quiso regalar un piano. El año pasado salimos, hicimos unas presentaciones bonitas, pero al ver que tenía la herramienta, yo quería aprender a tocar el piano”, manifestó.
“Un sueño especial que yo tenga es aprender a tocar piano, más adelante si Dios lo permite aprender a tocar batería o percusión y pues trabajar con eso, con la música que es lo que a mí me gusta, es el arte que yo siempre he querido hacer, estar en conciertos o en grupos musicales, cualquier cosa que tenga que ver con la música”, agregó.
Hoy, Jesús es estudiante de la Escuela Nacional de Teatro, una institución que, pese a su discapacidad, lo acogió con los brazos abiertos. Allí, sigue con su proceso de aprendizaje de tocar el piano, con ayuda de docentes e instructores.
“Desde que el compañero Jesús a nosotros fue algo que nos motivó mucho. Él es uno de los chicos que lo motiva a uno como persona, como director, como profesor a seguir adelante en este arte, enseñando música, teatro, danza, porque nosotros somos los más convencidos que a través del teatro podemos ayudar a chicos que no encuentran espacios en lugares normales, con personas que digamos no tienen ninguna discapacidad o alguna habilidad especial, entonces a través de la música encuentran una forma que son personas que le sirven a la sociedad y que son personas que pueden llegar a ser grandes profesionales y creo que Jesús es un ejemplo de ello”, precisó Jordy Suárez, director de la escuela.