En el principio fue una pila

El escritor e historiador Reynel Salas Vargas se suma a las crónicas, entrevistas y análisis que viene publicando LA NACION con motivo de la celebración de los 400 años de la tercera y definitiva fundación de la Ciudad de Neiva. Hoy segunda parte de la historia del Acueducto de Neiva. LAS HUELLAS DEL TIEMPO- NEIVA 400 AÑOS

El escritor e historiador Reynel Salas Vargas se suma a las crónicas, entrevistas y análisis que viene publicando LA NACION con motivo de la celebración de los 400 años de la tercera y definitiva fundación de la Ciudad de Neiva. Hoy segunda parte de la historia del Acueducto de Neiva.

Reynel Salas Vargas Especial LA NACION La existencia de la pila era un hecho a mediados de 1893. Por tal razón, el Concejo municipal promulgó el Acuerdo número 34, mediante el cual se asignó una  suma para la compra de un farol y el alumbrado de la referida pila. El artículo primero de la norma dice así: “Destínase la suma de cien pesos para la compra de un farol y el petróleo necesario para el sostenimiento del alumbrado de la pila de la plaza principal de ésta ciudad.”. Por su parte, el artículo 3° señala: “Tanto el Alcalde como el Personero Municipal, serán los encargados de la conservación de dicho farol y designarán el empleado de policía que debe prestar el servicio”. Firman, Juan Romero S., Presidente del Concejo; Roberto Cuenca, Secretario; Abraham López, alcalde; y Eulogio Pedraza, secretario. (El Municipal. Número 20. Neiva, 16 de diciembre de 1893). Como quiera que el Señor Celso N. Quintero ejercía como Síndico Tesorero de los fondos del acueducto y la Junta tenía definida la dimensión de la obra, además de contar con algunos materiales, recibió autorización de ésta para cotizar el “valor de una tubería de fierro de 560 metros de extensión por 15 centímetros de diámetro y el espesor suficiente…debiendo tener la tubería las condiciones del caso para tomar hasta 200 hilos o pajas, y la cantidad de agua lo permita, teniendo en cuenta que debe estar acompañada de 2 o 3 codos e igual número de cruceros…”. (El Municipal. Número 19. Neiva, diciembre 12 de 1893). Las gestiones del señor Quintero fueron rápidas. El 18 de enero de 1894 la Junta lo  “autoriza ampliamente  ….., para que contrate en Bogotá con la compañía Ferrería de la Pradera, trescientos setenta y seis tubos de ciento cincuenta centímetros de  largo y quince de capacidad.  Se autoriza, igualmente, para que contrate y compre todos los útiles correspondientes …., a fin de que la tubería preste el servicio que se desea; y teniendo en cuenta que de ella deben repartirse las líneas  de agua que se puedan tomar, – para darlas en arrendamiento- las cuales deben sacarse de un centímetro más o menos de capacidad de la manera que estime el ingeniero a quien se le consulte. Debe tenerse presente, que la Junta desea aplicar los tubos que hoy tiene de cinco centímetros para acercar arterias a los centros donde se den  mayor cantidad de hilos”. (El Municipal, números 25, 26 y 27. Neiva, febrero 17 de 1894). Según el secretario de la Junta, Teodosio Duque, para la compra de los materiales se disponía de $ 5.400 correspondientes al auxilio nacional, de $ 1.000 del auxilio del Municipio de Neiva en el presupuesto de 1894, y $ 500 que el colegio Santa Librada de Neiva había asignado para tomarle a la Junta un hilo de agua potable y una parte de los derrames de la pila, para los excusados del mismo. La posibilidad de comprar la tubería en una fábrica nacional fue desechada, sin que conozcamos las razones. Seguramente primaron las opiniones de los expertos de otros acueductos que, como el de Bogotá, ya estaban en funcionamiento. Lo cierto es que el señor Celso N. Quintero firmó un contrato   en Bogotá, el 9 de marzo de 1894, con Ramón B. Jimeno, ingeniero civil y Director General del Acueducto de Bogotá, para la consecución de una tubería. “Jimeno pedirá a Inglaterra el 13 de marzo, los siguientes materiales: 287 metros de tubería de acero laminado de 6 pulgadas de diámetro. El largo de los tubos será de 9 pies. 287 metros, de 4 pulgadas. 1 tubo de 3 pies, reducción de 6 a 4 pulgadas, para unir dichos tubos. 1 codo de 1/8’ de ángulo de 4 pulgadas de diámetro interior. La cantidad necesaria de tornillos con sus tuercas para unir los tubos, y 300 más de repuesto….Los materiales los entregará Jimeno el 30 de septiembre del presente año a más tardar, en Arrancaplumas[1]…..En caso de pérdida de los materiales, por naufragio o incendio, Jimeno hará un nuevo pedido  para lo cual aplicará el producto del seguro…..Valor del pedido y del transporte hasta Arrancaplumas  $ 6.700 pagaderos en 3 contados, 3.000 a la firma del contrato, 2.000 un mes después y 1.700 a la entrega de los materiales…..Jimeno se compromete a conseguir del Ministerio de Hacienda la esención de los derechos de aduana….Jimeno proporcionará un operario práctico para el montaje de la tubería en Neiva, pero los honorarios y gastos de viaje serán a cargo de la Junta” (El Municipal. Números 28 y 29. Neiva, marzo 31 de 1894). La fuente que hemos consultado para preparar este artículo, es decir el periódico El Municipal, dejó de circular el 20 de julio de 1894, razón por la cual no sabemos cómo se llevó a cabo la última fase de la construcción del sistema de acueducto, el cual fue terminado y dado al servicio inmediatamente. Después de seis años o más, y gracias a la decisión de las autoridades, del nivel local y nacional y al empeño de unos ciudadanos que trabajaban por el bienestar de los habitantes de la ciudad, Neiva, que a la sazón contaba con cerca de 15.000 habitantes en toda su jurisdicción,  disponía de un acueducto, acorde con lo que se consideraba apropiado para ese tiempo. Por tal razón fue necesario que el Concejo organizara su administración. El Concejo Municipal, presidido por el general Don Toribio Rivera, quien había sido miembro de la Junta del Acueducto como ya se  vio,  tomó decisiones fundamentales. Al considerar  que la Junta creada por la Ley 21 de 1890 había concluido en sus funciones porque el acueducto ya estaba terminado y que el ramo de aguas era importante para la ciudad porque le ofrecía prosperidad y ornato y era fuente de ingresos para el erario municipal, aprobó el Acuerdo N.4, del 20 de noviembre de 1896, “Por el cual el Concejo asume la administración del Acueducto público y crea una Junta para administrar el ramo de aguas”. El referido acuerdo establece: “Artículo 1°: El Concejo asume la administración del acueducto establecido  por él y realizado con  el auxilio de la Nación”.  Así mismo, mediante el artículo 2° creó una Junta de individuos honorables e interesados por el progreso de la población, cuya funciones eran: ensanchar y reglamentar el ramo de aguas, arrendar pajas o hilos de agua (garantizando la de la pila y la de los establecimientos públicos de la ciudad), aplicar el producto del arrendamiento al ensanche y reunirse ordinariamente cada semana los sábados. El periodo de la Junta sería de un año y se le asignaba al Tesorero Municipal la responsabilidad de manejar los fondos del acueducto, teniendo derecho al 10% de lo que recaudare. Para la época era alcalde del municipio el señor Aparicio Perdomo y su secretario, don Eulogio Pedraza.  (El Municipal. Número 43. Neiva, junio 1° de 1897). Finalmente, mediante Acuerdo número 7, del 3 de abril de 1897, el Concejo Municipal, presidido por Don Calixto Leiva L., con la secretaría de Obdulio Bahamón, introdujo algunas reformas al Acuerdo número 4. En efecto, el nuevo acuerdo le concedió a la Junta la facultad de enajenar o arrendar hilos o pajas de agua cobrando arrendamiento anticipado, hasta por cinco años. De igual modo, estableció que el período de la Junta sería de 5 años y que tenía la potestad de nombrar un inspector del Ramo de aguas y el Tesorero del Ramo. (El Municipal. N. 44. Neiva, junio 15 de 1897). Ese mismo año, 1897, quien sería el primer presidente de la nueva Junta del Acueducto, Eustasio Perdomo, publicó un anuncio en el reaparecido periódico El Municipal, cuya texto decía: “Las personas que quieran tomar hilos de agua del Acueducto público, por cinco años, deben inscribirse y pagar la cantidad correspondiente al Tesorero de la Junta, señor Lisando Cuéllar, antes del día último del presente mes. Neiva, mayo 15 de 1897. (El Municipal. Número 42. Neiva, mayo 15 de 1897). Puerto sobre el río Magdalena ubicado antes del salto de Honda.

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