En las fiestas de San Pedro se recuerda la vida y obra de Ulises Charry como un personaje emblemático de la cultura huilense.
Laura Cortés Lamilla
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Folclor, tradición y rajaleñas, esas tres palabras resumen brevemente la vida de Ulises Charry, uno de los mayores exponentes de las costumbres huilenses, que dedicó su vida a exaltarlas, ponerlas en práctica y enseñarlas. Este músico, intérprete del requinto, partió de este mundo en el año 2017, dejando un invaluable legado cultural que perdura en la actualidad.
Como hijo de campesinos, aprendió a jornalear y a disfrutar de uno de los placeres que ofrece el campo, montar en burro. Nació en el corregimiento de Vegalarga pero creció en la vereda Peñas Blancas, la misma donde se enamoró de la música campesina y tradicional del Huila e inició su camino como rajaleñero. Con tan solo 10 años amenizaba fiestas familiares con sus coplas y fue viendo a los músicos de trayectoria de su región que aprendió a tocar la guitarra y el requinto, para luego, de manera empírica, convertirse en un virtuoso folclorista representativo del Huila.
Los ojos de Víctor Charry, uno de sus cuatro hijos, todavía se humedecen al recordar las miles de anécdotas vividas junto a su padre. Víctor fue el único hijo que heredó la pasión musical de Ulises, aún conserva el requinto que solía tocar cada mes de junio para las fiestas de San Pedro y en su memoria están guardadas gran cantidad de las coplas que aprendió de su papá, tales como:
Si quiere usted saber
de qué murió la difunta…
de tanto ‘jartar’ morcilla
sin amarrarle la punta.
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Se acabaron los popoches,
quedaron los dominicos
si no fueran por los pobres
no tendrían nada los ricos.
“Yo siempre anduve detrás del rabo de mi papá y me gustaba acompañarlo para cantar rajaleñas. Él me regaló su propia guitarra para que yo aprendiera a tocar y ese gesto hizo que yo sintiera un compromiso enorme con mi padre. Yo sigo admirando mucho a mi viejo porque su aporte a la cultura del departamento ha sido muy valioso y luchó para que se respetaran las raíces del folclor huilense”, afirmó Víctor.
La picardía y la sátira caracterizan las coplas que cantaba Ulises, Víctor recuerda que al principio su padre no sabía que las coplas están compuestas por cuatro estrofas, donde la última palabra de la segunda estrofa debe rimar con la última palabra de la cuarta estrofa y que, a su vez, cada estrofa es octosílaba. Sin embargo, Ulises era feliz cada vez que llegaba junio y cantaba la música de su tierra. Durante todo el mes llevaba puesto su sombrero, su raboegallo, no le gustaba hacer asado huilense a menos que fuera época sampedrina y un día como hoy, 24 de junio, celebraba las fiestas de San Juan con un infaltable trago de mistela.
Ulises Charry transmitió con amor sus conocimientos de gastronomía típica a los trabajadores de La Casa del Folclor, restaurante que fundó en 1996 y cada año se exalta su legado como intérprete de rajaleñas en el Encuentro Departamental Infantil de Rajaleñas, el cual lleva su mismo nombre. Preservar la tradición huilense, definitivamente, fue su mayor preocupación en vida.