Uno de los directores de orquesta más talentosos de la historia contemporánea, el italiano Claudio Abbado, fallecido el pasado lunes en Bolonia, norte de Italia, a los 80 años, dejó una huella de maestro humano y democrático que amaba a América Latina.
Además de una impresionante trayectoria musical, que va de la Scala de Milán a la Filarmónica de Berlín, pasando por la Opera de Viena, Abbado fue admirado por su trabajo con los músicos jóvenes y por su estrecha relación con el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, fundada en 1978 por el maestro José Antonio Abreu, una de las experiencias musicales más importantes de América Latina y elogiada en todo el mundo.
Abbado, quien llevaba varios años enfermo de cáncer, era una persona tímida, humana, conocida también por sus posiciones de izquierda, por ser un demócrata, que batalló contra los recortes en la cultura y contraria al estereotipo del director de orquesta tiránico.
En diciembre pasado había renunciado a su sueldo de senador vitalicio, -cargo al que había sido nombrado en agosto pasado junto con el arquitecto Renzo Piano por el presidente de la República, Giorgio Napolitano- para donarlo como beca para estudiantes de música.
‘Terapia’
Al sucesor del legendario Herbert von Karajan en la Filarmónica de Berlín, que rejuveneció el repertorio de la Scala de Milán, siendo su director de 1968 a 1986, la música era como una terapia, que "ayuda a compartir con los otros", según solía decir.
Después de su estadía en Venezuela a inicios del 2000, donde dirigió memorables conciertos en Caracas y de sus giras en Europa y América con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, decidió impulsar y apadrinar al joven director venezolano Gustavo Dudamel, traspasando su experiencia, su visión de la música, su sabiduría a los niños y jóvenes pobres venezolanos.
Abbado consideraba ese proyecto algo revolucionario: "Lo novedoso es la inclusión de todos", declaró en un memorable documental sobre esa experiencia.
En diciembre pasado Abbado había sido sustituido en la batuta debido a su delicado estado de salud, que fue empeorando lentamente desde que fue operado de un cáncer de estómago en el año 2000.
Nacido en el seno de una familia de músicos de Milán el 26 de junio de 1933, Claudio Abbado comenzó sus estudios en su ciudad natal y completó su formación con Hans Swarowsky en Viena a partir de 1957.
Debutó dirigiendo en la Scala de Milán en 1960, donde fue aclamado por su interpretación de la ópera de Giacomo Manzoni "Atomtod" en 1965 y tres años más tarde asumió la dirección del famoso teatro lírico.
Un renovador
Abbado ofreció conciertos en fábricas y escuelas tratando de abrir el mundo de la música clásica y realizó cientos de grabaciones, muchas de ellas dedicadas a la ópera tradicional italiana así como al repertorio del siglo XX, como Alban Berg, Arnold Schoenberg, Luigi Nono y Pierre Boulez.
Dirigió entre otras la London Symphonic Orchestra, fue director invitado de la Orquesta Sinfónica de Chicago y en 1988 fundó el festival de música vienés Wien Modern, además de haber sido distinguido con numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Imperial de Japón, la Legión de Honor, la Medalla Malher así como doctorados honorarios.
Su último concierto en Viena terminó con 30 minutos de aplausos y el público lanzó al escenario 4.000 flores como homenaje a una de las carreras musicales más brillantes.
Su fallecimiento ha generado numerosas reacciones en Italia y todo el mundo, comenzando por el presidente de la República italiana y el jefe de gobierno, Enrico Letta.
"Con profunda tristeza recibo la noticia de la pérdida de un gran músico que marcó por decenios la historia de la dirección de orquesta", declaró su colega, el maestro italiano Riccardo Muti.
"Lloramos a un músico y a una persona excepcional. Su muerte representa para nosotros una inmensa y dura pérdida. La Filarmónica de Berlín se inclina con gratitud y amor profundo ante Claudio Abbado", escribió en un tocante comunicado oficial la prestigiosa orquesta alemana.
"El mundo de la música ha perdido a una de sus grandes figuras", lamentó el director de la Opera de Viena, que recuerda su personalidad afable, siempre disponible a ayudar a los demás.
Los organizadores del festival de Lucerna, en Suiza, donde había fundado su original orquesta de la que forman parte los mejores de músicos de Europa, convocados como una All Stars, recordaron el "exitoso" aporte artístico del maestro Abbado.
Un concierto será organizado por la Scala de Milán para rendir homenaje a quien marcó toda una era del teatro milanés.
"Italia hoy es más pobre", comentó el director de orquesta italiano Riccardo Chailly, quien asumirá en el 2015 la dirección de la Scala.
"Su música era sinónimo de libertad, un sentimiento que lograba transmitir a todos. Abbado conjugaba la belleza sublime del arte con un fuerte sentido de los derechos cívicos", reconoció la ministra de justicia italiana, Anamaria Cancelliere, amante de la música clásica.
*Con información de AFP
“Su música era sinónimo de libertad, un sentimiento que lograba transmitir a todos. Abbado conjugaba la belleza sublime del arte con un fuerte sentido de los derechos cívicos”
Fotos
Abbado, en 1977.