‘Petronadas’. Por Jorge Luís Salcedo R.

Ventana  médica Esta palabra define bobadas que hacen algunos alcaldes que salen nombrados por una minoría debido a la desmotivación que tiene la gente para votar por políticos que realmente valgan la pena. Petro, el alcalde de Bogotá, ha hecho cantidades de ellas en menos de 3 meses que lleva su período. No ejecutar la “ALO” (Avenida Longitudinal del Occidente), aduciendo que puede haber daños ecológicos, es la primera de ellas, pues esos daños supuestos, son prevenibles con un proyecto que respete el medio ambiente, o,  prevenga daños al mismo. La segunda “Petronada”, es dar permiso para ejecutar espectáculos musicales y otros en el Estadio del Campin. En su campaña electoral para la alcaldía dentro de las cosas que prometió,  dijo que no prestaría el Estadio. Pero como buen político es comprable y tiene su precio, según fuentes serias y otras que ya son populares entre los narradores deportivos, prestó el Estadio a cambio de financiar la campaña por  el empresario que supuestamente traerá a Paul Mackarney, ex Beatle viejo y cancreco, o para traer otras viejeras. Pero el precio para los contribuyentes es alto, pues el daño a la grama del Estadio puede costar más de 15.000 millones de pesos. Los estudios técnicos que se le han hecho para someterlo a presión y peso prolongado son pobres. Sus resultados aún no están reportados; lo cual era condición para la licencia, pero se otorgó a pesar de todo. Por ejemplo, eso sería como pegarle un golpe a la piel en un sitio en repetidas ocasiones,  con una respuesta inflamatoria que llevaría a un daño capilar de la misma, produciendo posteriormente una lesión permanente e irreversible. En el caso de la grama del Estadio  los golpes por los saltos y el peso superior en la capa que nutre la grama, la hacen exprimir y empobrecer, hasta atrofiar, para nunca más reponerse. Los únicos que se enriquecen sin reponer nada, son los empresarios. La última “Petronada” que se le ocurrió en un acto de “encendida inteligencia” que casi le quema el cerebro, fue decir que los que protestaron contra el mal servicio de Transmilenio, era obra de una inteligencia superior, o, enemigos políticos, por no decir mafia. El (quien uso la fuerza bruta), más que nadie sabe que un ladrillo no es un arma sofisticada para destruir y robar los paraderos. Según muchos, está recibiendo una dosis de su propia medicina. Los ex terroristas traducen el terrorismo a su antojo. En mi concepto, él como alcalde  de entrada sabía de su responsabilidad pero no supo manejar  éste problema. Ha debido, darle la importancia adecuada a las peticiones del Comité de Usuarios de Transmilenio, sin darle  motivos a los  “terroristas”. Aruz1950@yahoo.com

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