Los afganos pidieron justicia a Estados Unidos, tras la masacre de 16 civiles perpetrada por un soldado estadounidense en el sur del país, mientras las autoridades de Afganistán intentaban evitar actos violentos. KANDAHAR, Afganistán (AFP) Los afganos pidieron justicia a Estados Unidos, tras la masacre de 16 civiles perpetrada por un soldado estadounidense en el sur del país, mientras las autoridades de Afganistán intentaban evitar actos violentos. Los talibanes juraron vengar la masacre, que provocó una crisis entre Washington y Kabul, mientras que el Parlamento reclamó un “juicio público” al autor “ante el pueblo afgano”. “La población está perdiendo la paciencia ante la ignorancia de las fuerzas extranjeras”, recalcó la cámara baja en un comunicado. Varios jefes de tribu del distrito de Panjwayi, donde tuvo lugar la masacre, confirmaron a la AFP que, por el momento, no llamarán a manifestarse, pero que así lo harán posteriormente si el gobierno estadounidense no castiga a el o los culpables. Por su parte, las autoridades afganas desplegaron más policías y soldados, con el fin de impedir que se realicen manifestaciones en Kandahar, la capital provincial, cerca de Panjwayi, constató un periodista de la AFP. Además, el diputado de Kandahar Abdul Rahim Ayobi desmintió la teoría oficial, al afirmar que “numerosos soldados estadounidenses” cometieron esta matanza. Según fuentes afganas y occidentales, un militar del contingente estadounidense de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad de la OTAN (ISAF) salió de su base en la provincia de Kandahar, bastión talibán, asesinó a los ocupantes de tres casas de los pueblos de los alrededores, entre ellos nueve niños y tres mujeres, y quemó sus cuerpos. Este baño de sangre se produjo unas semanas después de la quema de coranes por soldados estadounidenses en la base de Bagram, que desencadenó una ola de violentas manifestaciones antiestadounidenses en el país. Los talibanes, derrocados a fines de 2001 por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, publicaron un comunicado en sus páginas de internet. Los rebeldes, con los que Washington y sus aliados de la OTAN continúan combatiendo a pesar de negociaciones paralelas de paz, anunciaron que “se vengarán” de “cada una de las muertes”. “La mayoría de las víctimas son niños inocentes, mujeres y ancianos”, agregaron. Tras cometer la masacre, el soldado estadounidense habría regresado a su base. La ISAF no dio de momento ninguna indicación sobre sus motivaciones. El presidente afgano Hamid Karzai había denunciado un “asesinato terrorista”. El presidente estadounidense Barack Obama aseguró que hará todo lo posible para conocer lo ocurrido “lo más rápidamente posible”, con el fin de “responsabilizar” a quienes corresponda. Por su parte, el primer ministro británico David Cameron estimó que esta masacre “absolutamente atroz” no debe “afectar al muy buen trabajo” de la coalición internacional o “desviar” del proceso de transición previsto. Este nuevo drama amenaza con complicar aún más las negociaciones entre Washington y Kabul sobre una posible asociación estratégica a largo plazo.