La conversión empieza en el bolsillo

«En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. “Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. “Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más. “Jesús le contestó: – «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.» (Lucas 19,1-10)

Padre Elcías Trujillo Núñez

La conversión empieza por el bolsillo. El bolsillo representa el lugar seguro donde guardamos lo que creemos valioso. Tenemos muchos bolsillos: el del dinero, el de las ideologías, etc. En cada uno de ellos guardamos objetos, opciones y opiniones que nos proporcionan seguridad. La conversión es orientar todos nuestros bolsillos hacia los valores de Jesús. Zaqueo era un hombre rico y no bien mirado por sus conocidos. Era cobrador de impuestos y ya sólo eso significaba un fuerte distanciamiento con las personas de su época. Él quiere conocer a Jesús, pero no conseguía verle. Buen deseo de aquel hombre que nos sirve para reflexionar hoy. ¿Hay necesidad de Jesús hoy? ¿Queremos conocer al Salvador? Estoy convencido de que sí. Quizá no de una manera explícita pero sí a través de los distintos “árboles” donde la gente se sube para poder ver una posible solución a su vida. La humanidad entera necesita ser reconstruida. Esto lo podemos ver por las realidades sociales que no hacen felices al hombre. Hemos aumentado en progreso técnico, pero no en el desarrollo moral y humanizante. Algo pasa y muchas veces la gente no sabe describir exactamente qué es, pero sí que es algo que no les da la felicidad deseada. Zaqueo representa a una parte de la humanidad. Él es rico, tiene un buen trabajo y una buena posición, pero nota que su vida necesita de algo más. Nunca llegaremos a saber por qué aquel hombre rico quería conocer a Jesús. ¿Qué necesidades tenía el rico que solo Jesús le podía ofrecer? Creo que nuestro cobrador de impuestos no era feliz. Se subió a un árbol para ver a Jesús. El árbol ha estado presente en el comienzo de nuestra fe cuando desde el temprano Génesis nos habla del “del árbol del bien y del mal…” Pero también en el primer final de Jesús donde se convirtió en el “árbol donde estuvo clavada la salvación del mundo…” El árbol al que subió Zaqueo está entre el paraíso terrenal y la cruz de Cristo. El árbol es uno de los objetos más cargados de simbología en el mundo de las religiones. En todas las culturas aparece una y otra vez para simbolizar muchísimas realidades que tienen relación con los seres humanos. El árbol simboliza la evolución vital, de la materia al espíritu, de la razón al alma santificada; todo crecimiento físico, cíclico o continuo; significa también la maduración psicológica; el sacrificio y la muerte, pero también el renacimiento y la inmortalidad. No es extraño por tanto que el autor haga referencia al árbol donde subió Zaqueo.

Fue esta realidad la que hizo posible ver a Jesús. El Señor no estaba lejos de aquellas inquietudes interiores y por eso se dirige a él invitándose a su casa. Dice que “bajó aprisa y con alegría recibió a Jesús”. Esta vez no es ni un mendigo ni un enfermo ni un leproso quien va en busca de Jesús. Es un rico. Fue Jesús quien se fijó en él: el corazón de muchas personas es muchas veces tocado por Jesús sin que pidamos nada. La alegría es la característica con la que recibió a Jesús. ¿Qué descubrió Zaqueo para que la alegría fuese su compañera en el encuentro con Jesús? La conversión queda después del encuentro más que desvelada. Se produjo un cambio interior. Vació todos los bolsillos de su vida ante el Maestro.

En un momento se dio la triple conversión del alma: -Reconoció a Dios: Supo que su auténtico Señor era sólo Jesús y ante Él expuso cómo iba a ser de ahora en adelante su vida. -Reconoció su propia realidad: Vio cara a cara la realidad de su existencia. Era rico pobre porque no era feliz. -Reconoció a los demás: Quien se convierte a Cristo ve en los demás una oportunidad de acercarse a Dios. Amar al prójimo, en especial al más débil y necesitado, es un signo de sincera conversión. Lo novedoso de la Palabra de hoy es que este rico se hizo pobre para hacerse rico.

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