«En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: – «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido. “Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. “Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos. “Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: – « ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. “Pero el otro lo increpaba: – « ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. “Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.».» (Lucas 23, 35-43)
Padre Elcías Trujillo Núñez
Nietzsche, filósofo alemán escribió: «Al oír los domingos el repicar de las campanas preguntamos: ¿pero es posible? ¡Todo esto por un judío crucificado hace cerca de dos mil años, que afirmó ser Hijo de Dios!». Pues sí, es posible; y no sólo posible. Es una realidad. Es que repican las campanas todos los domingos desde hace casi dos mil años porque ese judío crucificado ha resucitado y su resurrección es la garantía de que la vida triunfa sobre la muerte Nosotros a los famosos los convertimos en ídolos, en dioses; sea un deportista, sea un artista de cine, un cantante o un líder político. En Buenos Aires Argentina vi una pancarta referente a un jugador de football: «Maradona es dios». Y hay muchos jóvenes que empapelan sus habitaciones con imágenes de estos dioses, pero estos no nos llevan a ninguna parte. Estos dioses a veces nos dan ilusiones, pero otras veces dan grandes desengaños. Además, dentro de unos años, prácticamente nadie hablará de ellos. En la antigüedad, también en Roma a los emperadores les llamaban dioses; sin embargo, hoy se habla más de Roma porque allí está el Papa, sucesor de san Pedro, un sencillo pescador, que por sus emperadores.
Cristo es el verdadero Dios que no pasa. Es el de ayer, el de hoy y el de mañana. Está siempre al orden del día. Es el personaje más importante en toda la historia de la humanidad. Es el único capaz de llenar de veras los deseos más profundos de nuestro corazón. Es el hombre ideal, el hombre perfecto a quien debemos imitar. La bondad de una persona atrae siempre. Y Cristo pasó por el mundo haciendo el bien. Tenía preferencia por los pobres, los niños, los enfermos, los tristes y los pecadores. Por Él las gentes se olvidaban hasta de comer y de dormir. Nada ni nadie pudo impedirle amar a los hombres, incluso a sus enemigos. Por eso en la cruz, clavado de pies y manos, pedía perdón para sus verdugos y los disculpaba. Siempre es de admirar el que, naciendo de una familia pobre, llega honradamente a los más altos puestos. En Colombia Marco Fidel Suárez, hijo de una lavandera, llegó por sus propios esfuerzos, a ser presidente. Lincoln, un leñador, fue presidente de los Estados Unidos. Pues bien, Jesús nació de una familia humilde, muy pobre, tan pobre que se vio obligado a nacer en una pesebrera, pero hoy, veintiún siglos después, en aquel lugar se lee: «Aquí nació de la Virgen María Jesucristo…». Aquí llegan peregrinos de todo el mundo.
El cumpleaños de Cristo se celebra cada año con solemnidad en el mundo entero, hasta por los no creyentes. Y el día de su muerte sigue siendo de luto para la Humanidad, como el día de su Resurrección es celebrado por miles de millones de cristianos. De nadie se ha hablado tanto y se han escrito tantos libros como de Jesús. No es extraño, pues, que la historia de la Humanidad se divida en dos partes: antes de Cristo y después de Cristo. Un día Pilato le preguntó a Jesús si era el Rey de los judíos. Jesús le contestó que su reino no era de este mundo. Es como si le dijera que Él no era rey como los de este mundo. Él había venido a inaugurar el reino de la verdad, de la justicia y del amor, un reino donde la muerte sería vencida. Sobre su cruz, como por burla, escribieron este letrero: “Este es el Rey de los judíos”. Y como por burla, sobre su cabeza, tejieron una corona de espinas. Pero sus enemigos no pudieron con Él. Jesús no es un muerto. Está vivo para Siempre.
Nota: Hoy finalizamos el año litúrgico Ciclo C. Iniciamos el próximo domingo 27 de noviembre con el tiempo de Adviento, el Nuevo Año Litúrgico Ciclo A. Haga bendecir la corona del adviento.