Esta semana Colombia fue testigo de una reprochable invitación por parte de Gustavo Petro, quien a manera de chantaje quiso intimidar a los congresistas que estamos en la oposición, incitando a sus electores a marchar si no se aprueban sus reformas.
Lo anterior, desconociendo el trabajo técnico que se hace al interior del legislativo y la voluntad popular que eligió a representantes y senadores que hacemos parte de la oposición en este gobierno.
No obstante, lo grave no radica en la invitación a sus electores para que salgan a marchar en apoyo a sus proyectos, derecho de todos los ciudadanos.
Lo grave fue el llamado que hizo durante su intervención, refiriéndose a que la paz sólo será posible si se aprueban sus reformas. Es decir, de no aprobarse alguna de sus reformas, ¿el país entraría en guerra?
¡Así no presidente!
Las etapas del procedimiento legislativo colombiano deben respetarse con base en el derecho constitucional y, nada más en contra vía de éste, que la amenaza que hace Gustavo Petro, propiciando un llamado al no acatamiento de la ley, olvidando que el “pacto social” del que tanto habla, debe comenzar por el respeto y reconocimiento en las diferencias, y más, cuando éstas son políticas e ideológicas.
Esta semana, la nación se dividió en dos marchas políticas e ideológicas, la primera en apoyo y la segunda en rechazo a las reformas y proyectos del gobierno nacional.
Sin embargo, mientras que en la primera los electores y funcionarios nacionales del petrismo marcharon promocionados e impulsados por un contrato, en la segunda, los ciudadanos afectados por el PETROCESO que se vive en Colombia, no necesitaron de ninguna transición energética para salir a marchar, puesto que su gasolina fue el descontento, la incertidumbre, injusticia y dolor de patria que se tradujo en un mayor número de manifestantes en todo el país.
Como Senadora del Centro Democrático, aplaudo la organización y el comportamiento de cada una de las personas que salieron a manifestar, de manera respetuosa, su descontento con este gobierno, pero sobre todo, el compromiso por parte de policías y fuerzas armadas quienes velaron por la seguridad de ambas marchas. Todos hacemos parte de la misma nación y ese debe ser el ejemplo que le pido al presidente entregue a sus electores.