Isidro Muñoz es un abuelo residente del Hogar San Matías, ubicado en el norte de Neiva. Es el adulto mayor más lúcido del hogar y también, uno de los mejores ‘picapaleros’ del Huila. Esta es su historia.
Dai Trujillo
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Ir al Hogar San Matías es ver la soledad en rostros arrugados por la edad y con la mirada hacia el infinito, así es la mayoría de las historias de los abuelitos de este hogar geriátrico, llenas de soledad porque en algún momento, sus familias les dieron la espalda. Algo similar es la historia de vida del señor Isidro Muñoz, uno de los mejores ‘picapaleros’ del departamento.
Su vida
Sus ojos, similares a una nebulosa, por quemaduras en las retinas, aún pueden expresar sentimientos mientras recuerda a su ‘mamá abuela’, a sus padrinos y las personas que cruzaron por su vida. El señor Isidro Muñoz hoy tiene 93 años de edad; nació en los 30’s en el corregimiento de Potrerillos en Gigante, Huila. Asevera que sus padres murieron cuando aún era un bebé y quien se encargó de él fue su abuela, la señora Mariana Puentes; ella lo cuidó en sus primeros años de vida. El señor Isidro manifiesta que hasta que tuvo tres años, fue un niño “tullido, no podía caminar, a toda hora mamá abuela cargándome a tuntún en una mochila en la espalda y mientras mi abuela trabajaba, me dejaba a un lado con unos costales y cerca a la hoguera para que las moscas no me pisaran y estar al pie de ella”.
Cuando cumplió seis, fue ‘regalado’ a sus padrinos, pues su abuela ya no podía hacerse cargo de él. Narra que estuvo muchos años en esa familia, hasta que su padrino le levantó la mano por haber tirado un plato de sancocho y antes de que le pegaran, salió despavorido hacia donde una de sus hermanas. Allí terminó de criarse; solo fue al colegio dos meses, pero lo expulsaron por peleón y cuando ya se hizo adulto, comenzó a comprar ganado para poder ganarse unos pesitos. La dicha duró hasta que a su hermana le pareció adecuado cobrarle por el terreno y él prefirió vender sus vaquitas e irse.
Un gran ‘picapalero’
Mediante el Decreto 2057 de 1961 se le dio vida al Fondo Nacional de Caminos Vecinales, que tenía por objetivo abrir nuevas rutas en el país y generar desarrollo por medio de las vías rurales. El señor Muñoz, recuerda que, en 1970, cuando hubo un terremoto de magnitud 8.0 en Colombia, él ingresó a Caminos Vecinales y adquirió el oficio de ‘picapalero’.
“Cuando principié en Caminos Vecinales, estábamos de la cuenca del Río Las Ceibas, para el lado de Balsillas, abriendo camino hacia el Caquetá, me pagaban lo que yo hiciera, eran contratos”, sostiene don Isidro.
Sus mejores amigas eran la varilla, el pico y la pala, herramientas con las que quitaba grandes cantidades de tierra y rocas. “Yo trabajaba de 6 a 6 y compré un caucho grande, un plástico de 10 metros de ancho y embarcaba mi terreno, así trabajaba lloviera o tronara, en lo seco” subraya el señor Muñoz.
Su más lindo recuerdo es cuando fue a la Casa de Nariño en Bogotá, lo citaron en julio de 1985 y de la mano del presidente de la época, Belisario Betancur, fue galardonado con un reconocimiento por su destacado compromiso con la entidad; lo anterior en conmemoración a las 25 años del Fondo Nacional de Caminos Vecinales. Cuenta que no fue de traje, tampoco con ropa de trabajo, solo fue con su mejor camisa y su mejor pantalón y sintió la emoción de hacer parte de la historia vial que cuenta el país.
El señor Isidro siguió trabajando unos años más y para 1995 llegó al Hogar San Matías, por su avanzada edad y porque ya no podía trabajar más. Nunca fue la persona más ahorradora, por lo que no guardó dinero para su vejez y tampoco tuvo hijos, pero de vez en cuando, unos sobrinos de Íquira vienen a verlo. Estando en el Hogar, vivió su momento más doloroso. “Ciego llevo como 22 años, me iban a operar de esterillo y cataratas, tenía la presión en los ojos muy alta y me pusieron unas gotas muy bravas con unas pastas y me quemaron los ojos, me quemaron la retina, desde entonces no veo nada”, cuenta con los ojos llorosos y la voz entrecortada.
Pasando los días y vendiendo mangos a veces, vive el señor Isidro, en un hogar geriátrico con una gran historia que pocos conocen, pues es aún, uno de los mejores ‘picapaleros’ del Huila.