Ayer miércoles, a las diez de la mañana presencie una protesta que estaba realizando un grupo de jovencitas quinceañeras en la esquina de la carrera sexta con calle 10, todas uniformadas y en compañía de algunos profesores del colegio la Presentación de Neiva. Todas ellas, portaban carteles y coreaban frases como: “Usted señor, haga parte del montón” y “el Huila se ama, se siente y no se vende”, entre muchas otras, que con gran fuerza, pero sobre todo entusiasmo querían convocar la atención de los neivanos que a esa hora circulábamos por el centro de la ciudad. Muy llamativa, la forma en que este grupo de muchachas nos invitan a despertar del letargo en el que estamos, para defender los intereses del Departamento frente al negocio de El Quimbo. Un esfuerzo tardío, decían algunos de los transeúntes, aunque todos coincidíamos en que al menos era una voz que nos invita a salir de la costumbre de no reclamar hasta tanto no se metan con nosotros directamente. Hoy, no solo los estudiantes de secundaria se dan cuenta del mal negocio que ha hecho el Huila, también quienes presidieron el Senado o los gremios, guardan silencio o aceptan que de eso tan bueno no dan tanto, así sea un proyecto conquistador, como el español. Algunos defensores del proyecto nos tratan de ignorantes y poco soñadores, al no estar alucinando con las utilidades que nos dejara esta represa. Nos han dicho que sin El Quimbo, habrá dificultades en la generación de energía en el país, cuando según los expertos ese potencial de producción llega únicamente al 3%. Nos ponen de ejemplo a Guatapé y al Peñol, desconociendo que tenemos una experiencia cercana con Betania, pero ignoran el daño irreparable no solo en la perdida de tierras productivas, sino también en el cambio de hábitos de trabajo y vida en la mayoría de habitantes de esa región. Felicito alas niñas de la Presentación que han tenido el carácter y la energía para llamar la atención de quienes hemos sido indiferentes. Esta energía y su entusiasmo deben sumarse a los esfuerzos de estudiantes y profesores universitarios, campesinos y habitantes de las regiones afectadas para salir lo menos lastimados con este proyecto que aunque dañino es toda una realidad. Definitivamente nuestra clase dirigente es sorda, cuando los habitantes de la región lo invitan con un “usted señor haga parte del montón”