Finalizando la década de los 80s, cuando ingresé al Externado de Colombia, no conocía al maestro, Fernando Hinestrosa, quien acaba de fallecer. Había sido designado embajador en El Vaticano por su amigo el presidente Virgilio Barco. En 1991 regresa a nuestra Casa de Estudios, cargado de emoción, imparable en su discurso, brillante como maestro de las cátedras de Derecho Romano, Obligaciones y Negocio Jurídico, clases que recibí con el maestro. Ese día, entendí, que estaba frente al más grande hombre y jurista que hubiera podido conocer en toda mi vida, de antemano, sabía que mi formación estaría impregnada por el sello del máximo externadista del siglo pasado y este siglo. Indudablemente sus clases, sus conferencias, su oratoria en tema jurídico era única y quedaba su marca en cada alumno que repetía, incluso, en latín, las definiciones que nos hacía aprender en sus disertaciones. Cualquier externadista que se respete, recuerda y recordará siempre la definición en latín de obligación, aprendida en las clases del Maestro, “Obligatio est iuris vinculum quo necessitate adstringimur, alicuius solvendi rei, secundum nostrae civitatis iura”. Exigente como el que más, no admitía que los externadistas estuviéramos relegados a posiciones inferiores a la primera. En 1992, cuando representé al Externado en el Concurso Nacional de Oratoria y ocupé el segundo lugar, lo abordé en el bloque A, para entregarle la placa que me distinguía como el segundo mejor orador de las universidades; leyó la placa, levantó su mirada y con una palmada en el hombre me dijo: “señor Murcia, los externadistas nunca somos segundos en nada; hay que mejorar siempre. Se marchó por el bloque A, habiéndome dejado una enseñanza sublime, que con los años me ha obligado a buscar siempre ese lugar en los escenarios y actividades que como profesional, ser humano y alumno, asumo cada día. Cuando me gradué de abogado de mi Universidad, el maestro me llamó el “joven espontaneo y de voz fuerte”; cuando tuve mi primer cargo público le escribí para informarle y me respondió inmediatamente y como siempre me invitó a trabajar por el país y por nuestro Externado. Nuestro maestro fue el faro que iluminó nuestra vida jurídica, académica, social y política. Demócrata íntegro, “Pater” de todos quienes lo tuvimos como brújula en la vida; el último de los liberales radicales genuinos que quedaban en nuestra patria. El maestro Hinestrosa se ha marchado, ciudadano del mundo, docente, formador de generaciones de externadistas, excelso ser humano, pluralista y tolerante a toda prueba, incluso con nosotros los conservadores que nos formamos en su casa; todos esos valores que hoy reclama el país, los tenía el maestro. Nuestra familia externadista le extrañará siempre. Paz en la Tumba. *Gerente Infihuila