Con muchas ganas de transmitir amor y cariño, sigue Luz Marina Sánchez, una mujer que ha dedicado más de dos décadas a la labor social de los hogares sustitutos, una modalidad del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para niños, niñas y adolescentes que se encuentran sin hogar.
Dai Trujillo
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Luz Marina Sánchez, tiene 66 años y lleva más de 20 años siendo madre sustituta para niños, niñas y adolescentes que necesitan un hogar en el Huila. Una gran pérdida la motivó a ceder una parte de su corazón para esos pequeños que no contaron con la suerte de tener un hogar.
La motivación
La señora Luz Marina es de tierra pijao, nació en Falan, Tolima. Fue víctima de desplazamiento forzado tras la muerte de su padre, por lo que migró con su mamá a lo que conocíamos como Armero; en esa tierra que en sus mejores tiempos era sumamente próspera, Luz Marina hizo su vida y tuvo dos hijos. Por cuestiones laborales viajó con su pareja y su hijo pequeño para Bogotá y dejó a su otra hija de 7 años, al cuidado de la abuelita materna.
En medio de su viaje en Bogotá, Luz Marina escuchó en las noticias sobre la tragedia de Armero, el 13 de noviembre de 1985, una fecha que marcó su vida y que generó un antes y un después. Con desasosiego e incertidumbre, la señora Sánchez se regresó a Armero en búsqueda de su mamá y de su pequeña hija, Diana María. No tuvo información alguna y nadie le daba razón, solo fue hasta tres días después que los socorristas encontraron a su mamá. “La encontraron a los tres días en un corregimiento llamado San Jorge, casi a 11 kilómetros de donde vivíamos, la avalancha la arrastró. Ella dice que la niña se le soltó”, narra la señora Luz Marina como si contara un hecho de ayer.
Con profunda tristeza, la familia asumió que la desaparición de Diana María fue por cosas de Dios y de la naturaleza, pero Luz Marina la sigue teniendo en su corazón. Ese espacio que dejó la menor Diana María, fue llenándose poco a poco con los niños y niñas que Luz Marina acogió en su casa y con amor educó y crio.
Lleva más de 20 años al servicio de los pequeños y para ella, además de verlos triunfar y salir adelante, una de las cosas más bonitas es que la llamen ‘mamá’. “Figúrese que un niño que uno no lo tuvo en su vientre y le diga a uno de un momento a otro ‘madre’, lo llena a uno de mucha alegría y satisfacción”.
El rol
Ser madre o padre sustituto es toda una aventura, no solo por asumir el rol de padres, sino porque cada niño es un mundo diferente, con una personalidad y gustos distintos a los de la familia. Lo triste es que los niños, niñas y adolescentes al cuidado del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, siguen en aumento, pero las familias sustitutas cada vez son menos.
Según la Coordinadora de Discapacidad de la Fundación Fundar, Doris Neira Coronado, la mayoría de personas que se interesan en la labor, no lo hacen buscando contribuir socialmente sino creyendo que ser madre o padre sustituto es tener un trabajo o una vinculación directa con el Bienestar o el gobierno.
La realidad es que sí existen unos criterios mínimos para poder tener un hogar sustituto y así como hay algunos beneficios, pues también existen obligaciones, que conllevan a que se debe tener el tiempo necesario para brindarle los cuidados a los niños y a las niñas que están al cuidado del Bienestar, pero que requieren una familia con urgencia.
Al sol de hoy, la señora Luz Marina ha tenido en su hogar, muchos pequeños que al final no se quieren ir porque encuentran en ella el calor maternal que quizá nunca tuvieron. “Siento mucha alegría de servir, ser útil para apoyar a los niños que vienen con tantas dificultades”, manifiesta doña Luz Marina.