Especial LA NACIÓN
¿Cómo te ves en un futuro? Era la última de una serie de preguntas que le hice a un grupo de adolescentes de una institución educativa como parte de un trabajo académico- investigativo. El propósito era detectar rasgos de identidad en jóvenes de 13 a 18 años. A pesar de no ser la pregunta principal del cuestionario, sus sorpresivas y coincidentes respuestas me permitieron identificar a unos pequeños seres humanos con unos grandes sueños.
La adolescencia es una etapa de la vida en la que se está en pleno desarrollo a todos los niveles, con cambios físicos y biológicos, emocionales e intelectuales (Caballero, 2013). Debido a estos drásticos cambios, el abordaje de cualquier tema inherente a su desarrollo se puede tornar un poco complicado. Los adolescentes presentan una visión diferente del mundo y la forma como los adultos hacemos frente a dicha visión resulta preponderante. De acuerdo con lo que propone Azucena Caballero (2013) en su libro “Acompaña sus sueños”, existen dos formas de ver la adolescencia por parte de los adultos: La adolescencia como una etapa problemática y la adolescencia como una etapa en pleno desarrollo. Algunos adultos generalmente optamos por la primera y como resultado vemos en los jóvenes unos individuos rebeldes y problemáticos porque sencillamente no acatan las normas que se les imponen o porque empiezan a salirse del prototipo fijado por la sociedad. Esto nos genera gran inconformidad, al punto de no saber incluso qué hacer con nuestros hijos. Por otra parte están los adultos más resilientes que optan por la segunda perspectiva, acomodándose más fácilmente a la forma de ser de los jóvenes, y afrontándola como una etapa de fulgor, en la que el proceso de formación gana un peso y consideración muy especial (Caballero, 2013).
Las respuestas de los jóvenes a mi interrogante evidenciaron que están rebosantes de proyectos de vida y sueños que quizás los padres, profesores y orientadores desconocemos. Algunos estudiantes expresaron su ferviente deseo por ayudar a la humanidad; otros quieren continuar siendo seres alegres y sociales; algunos tienen la construcción de ejemplares familias como propósito fundamental en sus vidas; otros desean convertirse en veterinarios, políglotas, médicos, y fotógrafos; siempre argumentando las razones de sus sueños; unos sueños que sin duda, en nuestro papel de adultos, podemos ayudar a cristalizar.
Para ello, es fundamental acercarnos a nuestros adolescentes, siempre conscientes de que su visión de la vida puede distanciarse de la nuestra, sumergirnos en esa dimensión un tanto desconocida y encontrar los caminos para acompañarlos en el logro de sus sueños.
No se puede negar que los jóvenes presentan en ocasiones conductas desafiantes y esquivas, que viven momentos de desánimo donde expresan no tener sueños, ni proyectos de vida, ni ganas de luchar; pero también puede haber en ellos estados de júbilo, donde resurgen los sueños, las proyecciones, las ganas de luchar, y es precisamente en estos momentos donde los padres debemos acercarnos a nuestros hijos y con gran sutileza indagar sobre sus motivaciones, sus sueños, y por qué no, sobre sus necesidades y angustias.
Los adolescentes necesitan sentirse amados, respetados, valorados y sobretodo incluidos en todo lo que acarrea su formación intelectual, emocional y psicológica. Los padres estamos llamados a ajustarnos a esos nuevos desafíos, a los estilos de una criatura que entra a un nuevo mundo y para ese mundo los necesitamos fuertes, motivados y soñadores.
No olvidemos los principios fundamentales de una crianza productiva: escuchar a nuestros hijos, renunciar a algunas batallas con ellos, conocer sus proyecciones, sumergirnos en su mundo, exigirles después de haberles mostrado el mejor ejemplo, y ante todo, amarlos.
Silvana Velásquez
Referencias:
Acompaña sus Sueños, Azucena Caballero, 2013