El ángel caído de perros y gatos

Isidro Gutiérrez, un adulto mayor que vivió para cuidar perros y gatos, falleció. Se lo llevó una enfermedad respiratoria en medio del olvido y la indiferencia de la sociedad que lo condenó a una vida llena de incertidumbre y vaivenes. Esta es la historia del hombre, el cuidador de animales y de un ser que, como muchos, tenía dos caras para mostrar en su vida.

 

Hernán Galindo

temadeldia@lanacion.com.co

 

Isidro Gutiérrez era un hombre mayor que vivía solo en una pequeña casa del barrio Rojas Trujillo en la comuna Tres de la ciudad de Neiva, cerca del Parque de Los Niños y del cementerio central. Había dedicado su vida a cuidar perros y gatos abandonados, y había convertido su hogar en un refugio para ellos. Los animales eran su única compañía, y él los amaba profundamente.

Los neivanos se acostumbraron a verlo en pleno centro de la ciudad pidiendo comida para sus perros. Cinco perros lo acompañaban a diario y sorprendían a propios y extraños por la forma en que obedecían e interactuaban con Isidro. Para ellos, Isidro era el jefe de la manada. Después de consumir alimentos en oportunidades, este hombre nacido en el Tolima, como lo dio a conocer en alguna oportunidad, decidía hacer una siesta. Los animales se recostaban junto a su protector y no intentaban irse o interactuar con otras personas.

En sus primeros años, Isidro no tuvo muchas oportunidades. Como los jóvenes de su generación que procedían del campo, no encontraban trabajo fácilmente. Por lo tanto, se dedicó a la construcción donde pasó buena parte de sus primeros años en Neiva. Luego con el pasar de los años por muchas circunstancias como relatan sus allegados, cayó en el consumo de sustancias psicoactivas y se convirtió en una persona intratable para su familia y vecinos.

Buscaba problemas fácilmente y no conciliaba. Así lo recuerdan algunos de sus vecinos, quienes prefirieron no identificarse y comentaron: “Ojalá Dios lo perdone y lo reciba en su santa gloria, pero no vamos a decir como en la famosa frase de cajón, no hay muerto malo”. Desafortunadamente, se había convertido en un mal vecino debido a sus problemas de adicción y acumulación.

Fue tal su intolerancia que alejó a sus familiares que estaban pendientes de él, pero no los dejaba acercarse a la vivienda de la que se había apropiado tras la muerte de su madre. “Para ellos era muy difícil acercarse porque hasta los agredía con malas palabras y físicamente”, comentó uno de los vecinos.

En su lado amable, Isidro Gutiérrez generaba admiración por su labor frente a los animales. En estos tiempos en los que están de moda las asociaciones protectoras de animales, es admirable que haya personas como él. Por otro lado, hay quienes sin ningún resquemor abandonan a sus mascotas porque les parece que dejaron de ser útiles o bonitas.

La otra cara

Sin embargo, Isidro tenía un lado oscuro. Había sido víctima de la falta de oportunidades y de intolerancia durante gran parte de su vida, y esto lo había llevado a consumir alucinógenos para escapar de la realidad. A medida que pasaban los años, su consumo se volvió cada vez más frecuente y peligroso.

Una de sus hermanas, María Elvia Gutiérrez Losada, decidió romper el silencio de la familia y contar la realidad que hay alrededor de este hombre que aparecía como un ser solitario y abandonado, que por el contrario tenía una familia, que estaba pendiente de él en la medida que se los permitía. “Junto con mis hermanos, María Isabel y Luis Enrique Gutiérrez, queremos que la gente se entere de la realidad de las cosas: en ningún momento mi hermano era un hombre solo, hay conmigo tres hermanos”, relató.

María Elvia contó cómo él desmejoró la casa, vendió puertas y ventanas, y cambió todo lo que había dentro de ella. No sé por qué lo hizo, tal vez por drogas, pero dejó la casa en un estado horrible.

“También quiero aclarar que las personas de Rojas Trujillo sabían de la existencia de los tres hermanos, ya que nosotros nos criamos en ese barrio. Yo tengo 64 años y viví en esa casa cuando todavía era una invasión. Rojas Trujillo fue una invasión y vivíamos con mi mamá y mis hermanos en ese barrio”. Por lo tanto, es incomprensible para María Elvia que muchos vecinos se hayan molestado porque regresan a su casa, que es una herencia que les dejó su madre y a la que tienen derecho. “Quiero aclarar que las cosas no son como muy pocas personas las cuentan. A algunas personas les dio rabia que nosotros regresáramos a nuestra casa”, dijo.

“Es que yo no tengo a nadie, necesito que me ayuden, yo no tengo a nadie, yo aguanto mucho, siempre están inspirando lástima y eso era lo que hacía Isidro: inspirarle lástima a mucha gente, pero él no contaba, que él tenía un techo donde vivir que tenía su comidita porque fuera de lo que nosotros le ayudábamos, que no era mucho, había otras personas que le daban”, sostuvo en torno a la manera de inspirar lástima que empleaba Isidro.

“El andaba con sus perros, yo muchas veces en la calle lo vi y le decía cómo se siente y él me respondía, pues estoy bien o estoy mal así todo de mala manera, pero siempre estuve pendiente de cualquier cosa, igual mi hermana y mi hermano, entonces yo quiero reiterar esto para que la gente en verdad se concientice que todas las cosas que dicen muchos habitantes de la calle muchas personas adultas, no todas son ciertas”, concluyó.

El protector de los animales en sus últimos días, ya enfermo.

Los animalistas

Quienes tuvieron contacto con el lado amable de Isidro Gutiérrez Losada, fueron los integrantes de las entidades protectoras de animales, quienes se dedican a buscar refugio y hogar a los animalitos abandonados a su suerte.

María Fernanda Cabrera, quien se dedica a buscar refugio y hogar para los animalitos que muchos de los neivanos abandonan o porque ya están viejitos o porque ya no les parecen un ‘juguete’ para los hijos o por otras circunstancias, es una animalista que tuvo contacto directo con Isidro, el protector de perros y gatos.

“Para nosotros, Isidro fue una persona muy buena con un corazón muy noble que se dedicó al tema de protección animal, era una persona humilde que quienes como animalistas lo conocimos, le ayudábamos con la comida para sus animales que para él eran su familia. Siempre decía que primero estaba la comida de sus animales que compartía con ellos, no dejaba los perros, siempre iba con ellos a donde quiera que fuera. Tenía además muchos gatos, que nosotros le ayudamos a esterilizar, porque hay mucha gente que en lugar de ayudar se dedican a criticar. En el caso de él, siendo una persona humilde siempre se preocupaba por la comida de sus animalitos”, manifestó.

María Fernanda destacó que desde que conoció a Isidro, siempre lo vio con la preocupación de conseguir comida para sus animales, lo que lo caracterizaba es que siendo una persona muy humilde amaba los animales. Ese es el lado que conocieron siempre de este protector de los animales.

Con el fallecimiento de Isidro, la preocupación y prioridad ha sido conseguir hogar para los animalitos que quedaron en su lugar de residencia. “Gracias a Dios y gracias a la entrevista que me hicieron en las redes sociales de LA NACION, hemos tenido respuesta y ya hemos conseguido refugio para tres de los cinco perros y hay otras personas interesadas en ayudar. En el caso de los gatos la prioridad es quitarles las garrapatas y esterilizarlos”.

Finalmente destacó que han encontrado apoyo en los hermanos de Isidro que llegaron a mejorar la vivienda y que se han mostrado dispuestos a tenerlos y permitirles atenderlos hasta que les consigan hogar.

Así termina la historia de la vida de un hombre que luchó por los animales dejando en muchos casos a su suerte su vida para dar prioridad a los perros y gatos que protegía. Además, permite reflexionar sobre ese lado bueno y el otro malo que muchos estudiosos del comportamiento humano, sostienen tenemos todos.

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