El expresidente Samper anunció su renuncia al partido liberal porque la colectividad perdió su rumbo y ahora será integrante de uno nuevo que el mismo fundó.
Causa sorpresa que un expresidente renuncie al partido que le permitió ocupar tan alto cargo, pero genera aún más extrañeza que un personaje como dicho exmandatario, cuya campaña fue financiada por el narcotráfico, sea protagonista del quehacer político nacional. En otro país estaría en un merecido ostracismo por su comportamiento como candidato y luego como presidente.
A finales del siglo pasado, quienes eran ungidos como candidatos del partido liberal a la presidencia de la república eran considerados como los triunfadores en las elecciones, por ende, se consideraban como ganadores antes de las votaciones.
Fue otra época del país, reciente por demás, en la cual la superioridad electoral del partido liberal sobre el partido conservador era incuestionable, de hecho, fue necesario que el primero se dividiera para que el segundo ganara, siendo esta la única manera en que los azules obtuvieron la presidencia.
El último presidente a nombre del partido liberal fue precisamente Samper, y en el periodo inmediatamente anterior Cesar Gaviria. Después de esos dos mandatos, el partido liberal no ha estado ni siquiera cerca de obtener un triunfo en las elecciones presidenciales.
La razón es obvia, el partido liberal dirigido actualmente por Gaviria, quien después de ocupar el solio de Bolívar y hacer grandes reformas, decidió regresar a su orígenes de manzanillo de provincia, convirtiendo dicho partido en una empresa electoral que sobrevive de las migajas que cada gobierno le tira.
Así está el otrora “glorioso partido liberal”, con un expresidente que renunció y otro que lo maneja a su antojo, constituyéndose así en un verdadero pasivo para este, sin que se vislumbre que de alguna manera la colectividad pueda librarse de tan pesada carga.
En Colombia se les rinde excesiva pleitesía a los expresidentes, hasta el punto de que para algunos son guías de las respectivas colectividades, a pesar de las manchas incuestionables de su gobierno, incluidos asesinatos de estado e innegables actos de corrupción. No obstante sus antecedentes, son consultados y opinan de todo, se les recibe con venia en todas partes, sin importar que sigan manoseando el estado, intrigando y generando odios entre los colombianos
Por supuesto que no es exclusivo del partido liberal, ninguno de los expresidentes vivos puede considerarse como consejero o mentor de alguna colectividad, al contrario, son motivo de permanente discordia y conflicto, o sea que también son parte de esos pasivos difíciles de resolver, es decir, unos verdaderos estorbos para todos los colombianos.
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