Según Naciones Unidas, el agua está en el epicentro del desarrollo sostenible y es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la energía, la producción de alimentos, los ecosistemas y para la supervivencia de los seres humanos. El agua también forma parte crucial de la adaptación al cambio climático, y es un decisivo vínculo entre la sociedad y el medioambiente.
Las mismas Naciones Unidas insisten en que el agua es, además, una cuestión de derechos. A medida que crece la población mundial se genera una necesidad creciente de conciliar la competencia entre las demandas comerciales de los recursos hídricos para que las comunidades tengan lo suficiente para satisfacer sus necesidades. El desarrollo del ser humano requiere que el agua y los sistemas de saneamiento se lleven a cabo de forma separada. Ambos son vitales para reducir el número de enfermedades y para mejorar la salud, la educación y la productividad económica de las poblaciones.
Los desafíos del agua son muchísimos a escala mundial: ahora mismo millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura, dependen de centros de atención de la salud que carecen de servicios básicos de agua o viven en países que sufren escasez de agua. También son miles los menores de cinco años que mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable.
Y algo para tener en cuenta: el 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua. El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.
El agua es un elemento crucial en muchas esferas de la vida humana. Por eso, vale la pena reconocer su importancia, a propósito de que como consecuencia de la fuerte sequía que afecta al departamento del Huila varios municipios enfrentan por estos días escasez de agua. Ríos y quebradas se están secando y no suplen el abastecimiento de los acueductos.