Tras un gran clima de tensión, provocado por las mismas disidencias de las Farc con el asesinato de policías, las extorsiones y los atentados terroristas, el gobierno de Gustavo Petro decretó un cese al fuego bilateral con este grupo ilegalmente armado comandado por alias ‘Iván Mordisco’ y el cual surgió de miembros de la antigua guerrilla de las Farc que no quisieron acogerse al acuerdo de paz firmado en el gobierno de Juan Manuel Santos. Este cese al fuego, que como el ministro de Defensa, Iván Velásquez, lo explicó en Neiva cuando dijo: “No los buscaremos para confrontarlos”, ya entró a regir desde ayer e irá hasta el 15 de enero del nuevo año.
El decreto, firmado en el marco de la instalación formal de la mesa de diálogos con ese grupo autodenominado ‘Estado Mayor Central’ el pasado domingo en Tibú, Norte de Santander, parte “sobre la base de un acuerdo para el respeto de la población civil”.
Para monitorear el alto al fuego, el gobierno Petro ha decidido crear el Mecanismo de Veeduría, Monitoreo y Verificación. Se trata de una comisión integrada por representantes del propio gobierno, de las disidencias, de la Misión de Verificación de la Organización de las Naciones Unidas en Colombia y de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de los Estados Americanos. Esta instancia también contará con el acompañamiento de la Conferencia Episcopal de Colombia y del Consejo Mundial de las Iglesias.
“Colombia hoy espera dar un mensaje de paz desde el interior mismo de su sociedad. No podemos lanzar un mensaje coherente de paz al mundo si nos matamos entre nosotros mismos. Una Colombia en paz será una potencia mundial de la vida”, fue el mensaje que el presidente Petro entregó pocas horas antes de la instalación de la mesa.
El país está frente a unos nuevos diálogos de paz con un decreto de cese al fuego de por medio, que debe conducir a que no solamente cesen los atentados terroristas sino a un freno en seco de la ‘carnetización’, las extorsiones, los asesinatos y la expansión territorial de las disidencias. Un alto al fuego no servirá de mucho si la población civil sigue siendo objeto de intimidaciones. Ojalá, el gobierno lo tenga claro.