No puede ser posible que el gobierno de Colombia –y los colombianos—hayan terminado envueltos en un enfrentamiento con otro país por un conflicto internacional, como si aquí no tuviéramos nuestros propios problemas, muchos de ellos lejos de resolverse por falta de decisiones puntuales.
Se trata de una inquietante crisis de relaciones entre dos países que empezó con una serie de comentarios en la red social X del presidente Gustavo Petro sobre su postura frente a los ataques lanzados por el grupo islamista Hamás contra Israel. Sin embargo, el tono fue escalando y el mandatario de los colombianos terminó señalando al gobierno israelí de ser un “asesino”, “genocida”, “despojador” y hasta “nazi”.
Era obvio que Israel –un país con el que Colombia ha tenido tradicionalmente relaciones políticas y comerciales— no iba a pasar por alto las ofensas del presidente Petro y respondió también con dureza. Para colmo de males, el ministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva Durán, intervino, no para calmar los ánimos, sino para encenderlos amenazando con la expulsión del embajador de Israel en Colombia.
¿En qué momento pasó todo esto? ¿Por qué un Presidente termina metiéndose en un conflicto externo y poniendo en riesgo a los colombianos? ¿Acaso no es posible condenar el terrorismo de Hamás y al mismo tiempo exigir el respeto de las normas humanitarias en la respuesta bélica de Israel? ¿Qué tan aconsejable es gestionar las relaciones con otro país desde las redes sociales?
Con razón en estas mismas redes sociales le están cobrando al presidente Petro algo que él le criticaba a Iván Duque cuando este opinaba sobre la guerra entre Ucrania y Rusia. En esta oportunidad, es exactamente lo mismo: Por qué el gobierno colombiano tiene que desgastarse en un conflicto extranjero, cuando Colombia tiene muchísimos problemas por resolver como la expansión de las disidencias de las Farc, los asesinatos de líderes sociales y exguerrilleros, las masacres, los secuestros, las extorsiones, entre otros.