El secuestro de los padres de la estrella del fútbol colombiano, Luis Díaz, en el departamento de La Guajira, nunca debió ocurrir. Se trata de una práctica execrable que merece el repudio de toda la sociedad colombiana. Y es más cuestionable que la responsabilidad de privar de la libertad a dos personas provenga de la guerrilla del Eln, un grupo que supuestamente se encuentra en negociaciones de paz con el gobierno de Gustavo Petro.
Es absolutamente irracional que la guerrilla del Eln hable de reconciliación al tiempo que planea acciones para secuestrar y someter a personas. El secuestro es uno de los delitos más inhumanos y su práctica somete al horror y a la incertidumbre a familias enteras.
Tristemente, lo que está haciendo el Eln ya lo vivió el país cuando en el pasado la entonces guerrilla de las Farc, a través de la columna Teófilo Forero, el frente 17 y otras cuadrillas guerrilleras, cometió decenas de secuestros con fines políticos y extorsivos, mientras hablaba de paz. El departamento del Huila fue una de las regiones más afectadas por esta práctica detestable.
Aún están frescas las imágenes de guerrilleros de las Farc incursionando en el edificio Torres de Miraflores o en los conjuntos residenciales del oriente de Neiva para secuestrar a personas. También irrumpían en carreteras o predios rurales. Hasta tomaron el control de un avión comercial para secuestrar a un senador de la República. Todo eso lo hicieron las Farc mientras hablaba de reconciliación.
El país no puede volver a caer en capítulos oscuros en los que a los grupos ilegalmente armados se les permita cometer toda clase de vejámenes mientras dicen negociar la paz con el gobierno Petro. Si este gobierno lo sigue permitiendo, exacerbará niveles de violencia inimaginables.
La guerrilla del Eln debe abandonar ya la práctica del secuestro y las autoridades actuar con contundencia frente a este delito.
