El gobierno de Gustavo Petro y la guerrilla del Eln han retomado esta semana los diálogos de paz. Se trata del quinto ciclo de conversaciones que tiene como escenario el país de México y en el que participan Brasil, México, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela como “países garantes” y como acompañantes, el representante especial del secretario general de las Naciones Unidas en Colombia, la Conferencia Episcopal de Colombia, así como delegados de Alemania, España Suecia y Suiza que conforman el Grupo de Acompañamiento, Apoyo y Cooperación.
En esta oportunidad, los diálogos pasan por un momento de especial tensión debido al secuestro semanas atrás de los padres del reconocido futbolista Luis Díaz. Lamentablemente, debió suceder este plagio para que aumentara la presión para que este grupo guerrillero abandone la horrible práctica del secuestro mientras conversa de paz.
Desde diversos sectores –y con toda razón— ven completamente reprochable que al Eln a través de sus voceros se le llene la boca hablar de paz, mientras que en diversas regiones del país sus milicianos y hombres en armas someten a toda clase de ciudadanos al abominable y atroz del delito de secuestro.
El secuestro no merece ninguna justificación por más que sus autores aduzcan razones militares, políticas o económicas. Privar a una persona de su libertad y someter a su familia a una angustia interminable, es oprobioso.
El gobierno de Gustavo Petro no puede relativizar lo que hace el Eln y en este nuevo ciclo de diálogos debe ser claro en exigirle no solamente el regreso inmediato de todos los secuestrados que tenga en su poder sino cesar con esta horripilante práctica.
Tal como lo hemos venido advirtiendo desde esta tribuna, si pasa inadvertido en este tema, corre el gobierno el riesgo de repetir errores del pasado como cuando la guerrilla de las Farc incrementó los secuestros para fortalecerse política y económicamente. El Huila sabe muy bien cómo fue de doloroso ese capítulo.