Con la captura de Harold Andrés Echeverry, responsable del horroroso crimen de la menor Michel Dayana González, ocurrido en Cali, la capital del Valle del Cauca, las autoridades han enviado un mensaje contundente en contra de la violencia contra la mujer en el país.
La detención del autor del asesinato escalofriante es no solo un aliciente para los compungidos familiares sino que demuestra la eficiencia de la Policía y demás organismos de seguridad cuando hacen un esfuerzo colectivo, en este caso, no dejar en la impunidad el feminicidio de una niña de 14 años de edad.
Los hechos que rodearon este crimen son espantosos. En plena noche de velitas, Michel Dayana fue sometida en un taller caleño por el vigilante del establecimiento, quien además de accederla y matarla, procedió a desmembrarla. Esa misma noche, el individuo se dio a la fuga. El lunes pasado, tras una gran búsqueda nacional, que incluyó el ofrecimiento de millonarias recompensas, Harold Andrés fue localizado y capturado en la ciudad de Villavicencio.
Una de las cosas que más tiene perplejos a los colombianos es que el responsable del crimen de Michel Dayana tiene antecedentes por violencia sexual contra menores de edad.
Este doloroso episodio, por supuesto, ha reavivado una vez más el debate sobre la problemática de los feminicidios y si las acciones que se adelantan han sido eficaces para reducir los casos.
En agosto pasado, con motivo del feminicidio de la campeona mundial de patinaje, Luz Mery Tristán, la Procuraduría advirtió sobre las cifras de feminicidios. Para ese momento, se habían registrado 320 casos de asesinato de mujeres en el país. Y para septiembre, la cifra ya iba en más de 420.
Es urgente que el país revise de una vez por todas qué está pasando, priorice las denuncias por violencia de género y determine las fallas de la justicia que permiten que hombres con graves antecedentes de violencia sexual y violencia contra la mujer estén libres.
