La promoción 2000 de un colegio de secundaria en el municipio de Cartago (Valle), presentó una particular característica: el 40 por ciento de sus niñas o eran ya madres o estaban en embarazo. Este grupo de jóvenes aceptó con amor y con valentía las consecuencias de un prematuro inicio de su sexualidad, la crianza de un hijo. Un inicio precipitado, justificado quizás por la inmadurez e ignorancia en temas de educación sexual en ese tiempo.
Catorce años después, se podría decir que los jóvenes cuentan con más información y menos tapujos en materia de educación sexual, así como mayor disponibilidad de elementos anticonceptivos y preservativos. No obstante, las cifras de embarazos tempranos no dan tregua y me surge una pregunta al respecto: ¿les está llegando la información a los jóvenes o su natural irresponsabilidad, característica de esta etapa del desarrollo humano, los lleva a restar importancia a las consecuencias de una iniciación sexual temprana?
Según Alejandro Gaviria (2012), Ministro de Salud de Colombia, el embarazo en la adolescencia tiene gran impacto en el desarrollo del país, especialmente por sus serias implicaciones en la deserción escolar; es así como entre el 20 y el 45% de los adolescentes que dejan de asistir a la escuela, lo hacen en razón a su paternidad o maternidad ya que deben asumir un nuevo rol en la sociedad. A partir de ese momento se gesta una extinción de los profesionales en potencia, un desequilibrio social temprano con efectos sobre los niveles de pobreza de nuestro país.
Para muchos padres, la causa principal de los embarazos a temprana edad es precisamente la educación sexual que promueve la sociedad moderna. La promoción de campañas de educación sexual a través de los diferentes medios de comunicación, de instituciones educativas, del sector salud y de la sociedad en general induce a los jóvenes a desear una prematura experiencia. Sin embargo, no se puede hacer de este tema un tabú y volver a las generaciones donde se escondían a las hijas embarazadas. Este como todos los fenómenos sociales se debe mirar de frente y llamarlo por su nombre. Más allá del enfoque, debemos encontrar las verdaderas causas. El Ministro Gaviria afirma que varios estudios sobre el tema sugieren que la pobreza es causa y consecuencia del embarazo en adolescentes.
León, Minassian, Borgoño y Bustamante (2008) agrupan los diferentes factores de riesgo en 3 categorías: los riegos individuales, los familiares y los sociales. Dentro de los factores de riesgos individuales sugieren: la menarquia precoz, bajo nivel de aspiraciones académicas, la impulsividad, ideas de omnipotencia y adhesión a creencias y tabúes que condenan la regulación de la fecundidad y la poca habilidad de planificación familiar. Dentro de los riesgos familiares están: la disfunción familiar, antecedentes de madre o hermana embarazada en la adolescencia, pérdida de figuras significativas y baja escolaridad de los padres. Y dentro de los factores de riesgo sociales incluyen: El bajo nivel socioeconómico, hacinamiento, estrés, delincuencia, alcoholismo, trabajo no calificado, vivir en un área rural, ingreso precoz a la fuerza de trabajo, mitos y tabúes sobre sexualidad, marginación social y predominio del “amor romántico” en las relaciones sentimentales de los adolescentes.
Fueron algunos de estos factores quizás los causantes de los embarazos prematuros en la promoción del 2000 y continúan en la actualidad, la mayoría de ellos, siendo los factores más comunes de embarazo en adolescentes. Por ello, es fundamental que la “vergüenza” no se constituya en una limitante para que los padres no enfrenten este fenómeno. Los padres aun sentimos cierta vergüenza al hablar de sexualidad con nuestros hijos, el desconocimiento y los mitos que rodean el tema hacen que sea un poco complicado tener esta clase de acercamiento con ellos. Según Victoria toro (2014) los padres creen que si no hablan sobre sexo con sus hijos, estos no tendrán relaciones sexuales. Otros más no saben cómo hablar de ello y algunos piensan que los chicos ya están suficientemente informados en la escuela o con sus amigos.
Es fundamental que los padres tomemos la decisión de acercarnos a nuestros hijos para abordar el tema sin esperar a que ellos lo hagan por iniciativa propia. No esperemos a que nuestros hijos adolescentes se eduquen sexualmente por fuera de casa. Es en el hogar donde se debe comenzar a gestar la adecuada orientación sexual, sin mitos, sin vergüenza, sin estigmas sociales ni religiosos, para que poco a poco ayudemos a nuestros jóvenes a tener sólidos criterios a la hora de tomar decisiones, acertadas y oportunas. De esta manera no solo contribuimos a la homeostasis familiar sino también al desarrollo de nuestro país, menguando los niveles de deserción escolar y de pobreza.
Silvana Velásquez
Referencias:
Leon, Minnasian, Bustamante & Borgono (Abril 2008). Revista Pediatría Electrónica, Embarazo adolescente, Vol 5, N° 1.
Ministerio de Salud y Protección Social. Ministro de Salud hace reflexiones sobre embarazo adolescente, Boletín de Prensa No 290 de 2012.
Toro, V (2014) Adolescentes. Tomado de http://adolescentes.about.com/bio/Maria-Toro-103536.htm
