Los últimos acontecimientos están corroborando, una y otra vez, que las disidencias de las Farc al mando de ‘Iván Mordisco’, en diálogos de paz con el gobierno de Gustavo Petro, se mueven como ‘Pedro por su casa’ en límites de los departamentos de Huila y Cauca.
Al doble crimen de los esposos Rubén Darío Castro y Adela Chirlo Pardo en la vía La Plata-Inzá se sumó en pocas horas la masacre de tres jóvenes en Páez, Cauca. Ambos hechos absolutamente repudiables.
Sobre el homicidio de los esposos, este hecho se registró a 17 kilómetros de La Plata, Huila, en el sector conocido como Santuario de la Virgen de Aránzazu. Allí, un grupo de disidentes de las Farc montó un retén ilegal. La pareja de esposos, que se desplazaba en una motocicleta, hizo caso omiso a la orden de pare, por lo que fueron atacados a bala de manera inmisericorde y murieron desangrados en la carretera. Ni la Policía ni el Ejército acudieron inmediatamente al lugar de los hechos no sólo por miedo a ser emboscados sino porque de por medio está la orden presidencial de no establecer ninguna confrontación con las disidencias de ‘Mordisco’.
Por su parte, la masacre de los tres jóvenes se registró en Páez, Cauca. Hasta una discoteca del lugar, llegaron disidentes armados y le dispararon a Daniel Pérez Rosas, oriundo del municipio de La Plata; Jesús Yamit Cedeño, natural de Garzón, y al caucano Miguel Muse Ule. Los victimarios, quienes se movilizaban en una camioneta color blanco, dejaron sobre sus cuerpos un letrero que decía “por colaboradores a la Segunda Marquetalia, los que siguen”.
Ciertamente, estos hechos describen un complejo panorama: Por un lado las negociaciones de paz dentro de la política de ‘Paz total’ del gobierno Petro, y por el otro, las condiciones de seguridad y tranquilidad en las regiones.
A decir por lo que está sucediendo en los territorios, los grupos ilegalmente armados se están imponiendo.