Grave crisis la que vive actualmente Electrohuila, una de las pocas empresas de servicios públicos que pertenece al Estado; hoy en riesgo de ser intervenida o finalmente vendida.
Los malos manejos, la improvisación y ante todo la falta de previsión la tienen hoy en día en la cuerda floja. Los altos costos impuestos por los generadores de energía como consecuencia de la especulación por el fenómeno de El Niño, y la no compra de energía en época de bajos precios, como usualmente se había hecho, la tienen hoy pagando casi tres veces el valor usual por kilovatio, sumergiéndola en una profunda iliquidez y con un marcado incremento en su deuda que afecta su salud financiera.
La que en otrora era la joya de la corona para los politiqueros de turno, hoy agoniza gracias a los malos manejos. Exprimida como ninguna otra, sus deudas ascienden a más de 282 mil millones de pesos, cerrando el año 2023 con un balance negativo. Los afectados finalmente somos los usuarios, quienes estamos pagando los platos rotos.
Hoy el inconformismo que se vive fruto del incremento en sus tarifas, la ponen contra la pared. Adicionalmente al elevado costo, se suma el mal servicio, el cual es intermitente y con constantes cortes del servicio, afectando a usuarios quienes terminan con daños en sus electrodomésticos y pérdidas económicas en sus negocios.
Nadie asume la responsabilidad de su actual fracaso, todos se lavan las manos. Mientras tanto el Huila pierde competitividad al no contar con una empresa capaz de prestar un servicio adecuado, que permita el crecimiento de la región. De esta manera alejan posibles inversionistas debido a que uno de los aspectos a considerar a la hora de establecer un negocio es contar con una adecuada prestación de servicios públicos.
Entre tanto, se pierde en litigios con contratistas por obras abandonadas como la línea entre Altamira y La Plata por la que se pagaron más de 40 mil millones de pesos; hoy sin terminar, un atraso que genera elevados pagos en multas ante la CREG, agudizando aún más la crisis.
Se requiere una reingeniería para salvarla, comenzando por un gerente en propiedad, pues el que actualmente funge está en interinidad; que tenga la capacidad de generar confianza, revolucionar procesos de transformación, como el de contratación en donde se pueden lograr importantes ahorros, apretarse el cinturón y comprometer a directivos y funcionarios en un plan de mejoramiento en el corto plazo. Se requiere un gobierno corporativo, menos político y más eficiente, de lo contrario difícilmente podrá salvarse.
Triste realidad esta de Electrohuila, en un departamento que cuenta con dos grandes generadores eléctricos, Betania y el Quimbo, de los cuales no tenemos ni siquiera el derecho a que nos vendan un solo kilovatio, producto de la desidia a la hora de negociar su construcción, entregando la riqueza del río, el sacrificio de las mejores tierras y el desplazamiento de habitantes de la zona. Ni a eso tenemos derecho los huilenses, algunos llenaron sus bolsillos, se interesaron por sus contratos y condenaron a la región al atraso y la pobreza que hoy vivimos.
