Eduar Mauricio Muñoz Plazas, el joven rescatado en un operativo policial tras 14 días de secuestro, habló con LA NACIÓN y narró detalles de su cautiverio. Dijo que sus secuestradores siempre fueron dos y que lo tuvieron a punta de arroz, sardinas y atún. El único capturado durante la intervención del Gaula de la Policía fue enviado a la cárcel.
Johan Eduardo Rojas López
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Aunque los momentos de zozobra no han finalizado, la alegría de tener cerca a Eduar Mauricio Muñoz Plazas, quien labora en el supermercado de su padre Andrés Muñoz en Acevedo, es innegable. El joven que vivió 14 días de incertidumbre y encierros, los mismo que padecieron sin clemencia sus familiares que lo buscaron día y noche; dialogó con LA NACIÓN y dio detalles inéditos de su secuestro.
Arrancó agradeciendo a Dios, a las autoridades que lograron rescatarlo en zona boscosa y a todo el pueblo que no solo acompañó a sus familiares en este dolor, sino que siempre alzaron la voz por su libertad.
“Yo no me imaginaba que el pueblo iba a estar tan unido en torno a mi secuestro. He podido recibir el cariño de todas las personas que me dieron apoyo y me enviaron mensajes desde todos los rincones del país, que Dios los bendiga”, dijo el joven.
Siempre mantuvo la calma
Según narró, aunque en ese momento que se encontraba cerrando el local y fue encañonado de manera desprevenida, sintió temor; siempre intentó mantener la calma e implorarle a Dios por su integridad. Esa posición la adoptó desde el mismo instante en que lo subieron a un vehículo y entendió que no tenía opciones, por lo cual, se dispuso a atender lo que aquellos hombres con pistola en mano y el rostro tapado le indicaban.
“Me decían que hiciera caso y me quedara quieto para no perjudicarme, que dependía de mí el seguir viviendo. Yo todo el recorrido estuve callado, se sentía angustia en el ambiente y el mundo se paró para mí por un segundo. Ya cuando estuvimos en el cambuche hubo cierto cruce de palabras donde ellos me preguntaban cómo me sentía de salud y me recordaban que tenían medicamentos por si los necesitaba. Las charlas eran de ese tipo”, recordó Muñoz Plazas.
Relata que en ese lugar donde siempre lo tuvieron era muy fresco, de hecho, sobre el medio día escuchaba caer la lluvia, pero nunca lo dejaron mojar. Dos hombres armados, con voz de adultos, siempre lo custodiaban en ese cambuche improvisado que se encontraba, de acuerdo a lo que percibía, a la intemperie y nunca escuchó o sintió movimiento a los alrededores.
Sin embargo, sí reconoció la presencia de un tercer hombre que arribaba a llevarles algunos utensilios o productos que ellos encargaban.
Intentando no pensar
Con lo que más luchó siempre fue con su mente, dado que intentó durante todo ese tiempo libre vivir el día a día, para no enfocarse en el poder del pensamiento que podría devastarlo.
“Yo trataba de no pensar mucho porque era mortificarme, entonces estaba como en el día a día. Aunque a veces uno se replanteaba cositas, ese estrés me hubiera acabado allá encerrado. De hecho, era duro dormir precisamente por la pensadera”, agregó.
El arroz con sardinas, atún y algunas pocas veces huevo, se convirtió en su alimento durante estos largos días; una colchoneta delgada en su cama y los dos guardianes secuestradores, en su compañía.
Prueba de supervivencia
Para las dichosas pruebas de supervivencia que enviaron a sus familiares, lo hicieron salir de ese ruin cambuche, que fue su casa y que bajo otra circunstancia hubiera disfrutado, para hacerlo parar en una carpa militar y en ese set improvisado le tomaron una foto de frente y otra de perfil, para posteriormente guardar el equipo y encerrarlo nuevamente en su guarida.
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Bienvenido a la libertad
Aturdido quedó durante su liberación, pues su despertar fue entre fuego cruzado que se avivaba sin él entender. “En el momento del rescate me despertó una confrontación fuerte, llena de disparos y sentí miedo porque yo no sabía qué pasaba; ellos decían quiénes eran, pero yo no les escuchaba. Después me dijeron ‘bienvenido a la libertad’, ya ahí me llené de felicidad y me sacaron con la patrulla, pero yo estaba desconcertado por todo lo que estaba pasando”, comentó Muñoz Plazas.
Siempre guardó la esperanza de que volvería a ver a su familia y el pesimismo se extinguió de su ser para ese momento. Incluso durante su retención en ese lugar, los mismos secuestradores le brindaban cierta información, especialmente de la marcha que se realizó en su municipio para exigir su libertad
Enfatizó en que “me dijeron que salió mucha gente y yo ahí sentía bonito al ver que me recordaban y más en esa situación en donde uno siempre está vigilado. Yo siempre tuve en mente que saldría con vida de ese lugar por las buenas o por las malas. Ellos en ningún momento me trataron mal, nunca me insultaron”.
A retomar
Durante este tiempo solo estuvo encadenados en dos ocasiones porque esos hombres se ausentaban, sin embargo, nunca tuvo idea de quienes se trataba.
Hoy, al recuperar su libertad y encontrarse bien de salud, sueña con estudiar Economía o Lenguas Extranjeras, pero a distancia debido a que retomará su trabajo y su vida normal, a pesar del poco temor que puede existir.
“Si uno se achicopala se acaba, entonces deseando que no vuelva a pasar y siendo optimista. Ese medio temor que queda hará que me acomode a los horarios de trabajo. Ellos siempre estuvieron detrás de la plata”, aseguró.
La gratitud y cariño enorme que siente por toda su familia, actualmente le permite retomar sus rutinas, pues el cambio para él fue complejo. Indicó así que, “el cambio sí ha sido duro, por ejemplo, anoche ya se me hacía raro acostarme en una cama, ósea ya no encontraba acomodo. Volver a la realidad es fuerte, uno mira más civilización, gente y arrancar los días como lo hacía antes. Es un sentimiento raro porque estuve 15 días privado de mi libertad en unas condiciones distintas y desfavorables”.
Finalmente, resaltó lo bonito que fue llegar a su casa y ser recibido por toda su familia con un grito al unísono de ‘bienvenido’ cargado de alegría, llanto de satisfacción y tranquilidad porque Dios les cumplió. Por ahora, ha podido disfrutar poco de su familia y amigos dado que se encuentra en unos procesos judiciales, pero espera tener el tiempo para vivir aquellas simplicidades que a veces damos por sentadas y que extraño durante su cautiverio, como el abrir sus ojos en un hogar que lo espero sin límites.
La zozobra
Su padre Andrés Muñoz, expresó lo difícil que ha sido todo este proceso, pero es consciente de que toca asimilarlo y empezar a trabajar porque nada da espera.
“Obviamente muy contentos con él, pero todavía hay zozobra y temor porque no sabemos que sigue. Nosotros tenemos algo y es que creemos en Dios, nos pegamos a él y nos da su paz y tranquilidad, entonces anímicamente estamos fuertes, no debilitados. El tiempo no ha dado para uno preguntar muchas cosas, entonces no sabemos muchas cosas aun”, afirmó.
Presunto secuestrador a responder
Alexander Morales Chinbi deberá responder por los delitos de secuestro extorsivo con circunstancias de agravación punitiva y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, luego de su captura en flagrancia cuando se encontraba con Edwar Mauricio. El hombre fue afectado con medida intramuros al término de las audiencias de rigor adelantadas por un fiscal especializado de la Seccional Huila.
Luego del rescate, el presunto implicado en el hecho, fue presentado ante un juez de control de garantías y no aceptó responsabilidad alguna. La investigación continúa para determinar la posible participación de otras personas en el secuestro.