Al igual que Neiva, el municipio de Algeciras, Huila, está viviendo el acoso del terrorismo dirigido a presionar el pago de extorsiones.
Como es bien sabido, en este pueblo del oriente del departamento y conocido como la ‘despensa agrícola’, ya han sido detonados dos artefactos explosivos que sujetos desconocidos han lanzado en este mes de marzo contra sucursales de la casa de juegos y apuestas permanentes Su Chance. Las detonaciones, por fortuna, no han dejado víctimas mortales ni personas heridas.
Lo que enfrenta Algeciras no se puede ver como un episodio aislado. Corresponde, lamentablemente, al clima de inseguridad y violencia que enfrenta el Huila por cuenta del acecho de las disidencias de las Farc, en especial las de ‘Iván Mordisco’, grupo ilegal que desde finales del año 2022 en medio de las conversaciones de paz con el gobierno de Gustavo Petro ha ganado terreno en el plano militar, control territorial y social.
Además de las extorsiones, las disidencias se han hecho visibles en el Huila por la quema de vehículos, atentados terroristas, los secuestros, las desapariciones, los homicidios selectivos, las masacres, la ‘carnetización’, los desplazamientos forzados y el reclutamiento de menores. Dicho en otras palabras, han ejecutado toda clase de delitos durante el último año y medio, sin que hasta ahora la Policía y el Ejército hayan podido lanzar una ofensiva contundente contra esta organización ilegal.
Con las granadas, los disidentes de las Farc generan intimidación entre comerciantes y empresarios, llevando a que estos paguen gruesas sumas de dinero. Esta plata les sirve a ellos para su sostenimiento y para ‘alimentar’ más extorsiones y nuevos atentados terroristas. Lo que no saben muchos de quienes ceden a la extorsión es que más temprano que tarde deberán los llamarán para que paguen de nuevo.
No es solo Neiva o Algeciras. Todo el Huila está sufriendo por el acecho de las disidencias de las Farc. ¿Hasta cuándo?