Hace exactamente 40 años, la mafia desafiaba al país, al Gobierno y a las instituciones. En cabeza de Pablo Escobar, el narcotráfico propiciaba el caos y conducía a la nación por el abismo. Eran tiempos difíciles. Como pocos, el huilense Rodrigo Lara Bonilla, quien ese entonces era el ministro de Justicia, se propuso detenerlo y a cambio fue asesinado.
Tras el magnicidio, se creó en el Huila la Orden Rodrigo Lara Bonilla como símbolo de la lucha contra el narcotráfico, la corrupción y la impunidad. La distinción obtuvo rápidamente trascendencia nacional.
La orden se otorga a personas naturales o jurídicas, nacionales o internacionales cuyas acciones estén orientadas “a la correcta aplicación de la justicia, especialmente en la lucha contra el narcotráfico, la rehabilitación de los narco-dependientes o que hayan contribuido positivamente a la búsqueda y consolidación de la paz pública”.
En sus mejores tiempos, la medalla fue otorgada a entidades como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Usaid; el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia de Colombia y la Corte Constitucional. La distinción también fue conferida a los expresidentes César Gaviria y Virgilio Barco, a los ex ministros de Justicia Enrique Low Murtra y Enrique Parejo; y a los exfiscales, Alfonso Valdivieso y Alfonso Gómez Méndez, entre otros. En el 2015 el ex alcalde de Bogotá Antanas Mockus también fue objeto del reconocimiento.
Lamentablemente, en los últimos años la Orden Rodrigo Lara cayó en el olvido y su entrega en varias oportunidades fue aplazada. Sin embargo, con motivo de los 40 años del magnicidio el exministro Lara Bonilla, la Gobernación del Huila prepara para el próximo 30 de abril un gran acto para darle la mayor importancia a la fecha.
Hace bien el gobernador Rodrigo Villalba en honrar la memoria de quien se enfrentó valerosamente al ‘monstruo’ del narcotráfico.