No pueden pasar inadvertidos para la ciudadanía los altos niveles de desempleo que hoy aquejan a las ciudades del país, incluyendo Neiva. Resulta una paradoja que los sindicatos, que se abogan la representación de los trabajadores colombianos, no se hayan quejado de las preocupantes cifras de desocupados durante la conmemoración del Día del Trabajo el pasado primero de mayo. Tampoco hizo referencia a ellas el presidente Gustavo Petro durante su beligerante discurso en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
Las cifras son inquietantes. Según el más reciente reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, el desempleo en Colombia durante marzo se ubicó en 11,3%; cifras que representan un incremento respecto al mismo mes del año anterior con 10,0%. La agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca fue la rama de actividad económica que presentó mayor disminución de la población ocupada, seguida por alojamiento y servicio de comida; y por administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana. Por su parte, el suministro de electricidad, gas, agua y gestión de desechos registró el mayor aumento en el número de ocupados.
La capital huilense, por su parte, presentó una desocupación del 12,7% durante los meses de enero, febrero y marzo de este año. Aunque frente al mismo periodo de 2023, representó una reducción de 2,5 puntos porcentuales, la cifra de casi 13% de desempleados para una ciudad intermedia como Neiva es alta.
Evidentemente, la ciudad necesita planes públicos y privados para atacar el desempleo. La administración de German Casagua, por ejemplo, está en mora de poner en marcha un ambicioso programa de inversión dirigido a proteger las empresas e incentivar los emprendimientos en Neiva. Casagua es la cabeza de la ciudad y es el primero que debería estar preocupado por esta elevada cifra de desempleo. Mirar para un lado o hacer como si nada sucediera le puede pasar factura más temprano que tarde.