El crimen del director de la cárcel La Modelo de Bogotá, el coronel retirado de la Policía Elmer Pérez, es una afrenta no sólo a las autoridades sino a toda la institucionalidad y la sociedad colombiana en general. Su muerte violenta, registrada el jueves pasado en una vía bogotana mientras se movilizaba en un vehículo del Inpec, debe leerse como un desafío de la criminalidad contra las estructuras del Estado.
En ese orden de ideas, la reacción de las instituciones estatales contra el delito debe ser contundente. Ninguna banda delincuencial, grupo armado residual u organizado, ni ningún delincuente debe sentirse en la capacidad que puede andar a sus anchas y doblegar a las autoridades.
Y ante semejante desafío, el Gobierno Nacional en conjunto con toda la institucionalidad debe desplegar una gran estrategia de respuesta a corto, mediano y largo plazo, con resultados tangibles y medibles. Es urgente comenzar por intervenir con dureza las cárceles para evitar que los reclusos sigan delinquiendo incluso con más libertad que en las calles. No se puede tolerar que desde los establecimientos carcelarios se sigan planeando y ordenando amenazas, homicidios bajo la modalidad de sicariato y extorsiones, entre otros hechos delictivos.
Obviamente, no se puede dejar de examinar qué falló alrededor de proteger la vida del coronel Pérez, de 58 años de edad. Es vergonzoso que su solicitud de protección al Inpec y a la Unidad Nacional de Protección se haya ‘embolatado’, luego que recibiera amenazas de muerte de parte de uno de los cabecillas de una tenebrosa banda criminal. Que el director de una de las cárceles más grandes del país y con intimidaciones serias se movilizara en un vehículo sin blindaje y sin protección personal, es un hecho que debe investigarse con sanciones para los responsables de semejante omisión.
Las investigaciones para esclarecer el crimen del coronel Pérez y capturar a los responsables deben desarrollarse con celeridad.