Es muy frustrante que tras hechos extraordinarios, los gobernantes –tal vez, por salir del paso y copar titulares de prensa– salgan a hacer anuncios que con el pasar del tiempo se convierten en promesas incumplidas. Esto fue lo que pasó luego de la caída de la Ceiba, insignia de libertad y emblema del municipio de Gigante, en el centro del departamento del Huila.
Como muchos recordarán, el 21 de mayo de 2021 fue noticia, incluso, nacional, la caída de este árbol, que según la versión oficial, fue sembrado el 5 de octubre de 1851 por orden del presidente liberal José Hilario López para conmemorar la firma de la ley que abolía la esclavitud en Colombia.
Se escucharon muchas voces de tristeza y en medio de ellas la del gobernante de turno en Gigante prometiendo un monumento “tan majestuoso como la propia Ceiba de la Libertad”. Hasta se conformó un comité municipal y se convocaron a artistas para construir un monumento, efigie o figura representativa en el parque principal del pueblo.
Sin embargo, tres años después, los compromisos se esfumaron. La madera de la Ceiba de la Libertad se pudrió, el comité pocas veces se reunió y nunca hubo dinero para construir el monumento que le prometieron a los giganteños en reemplazo del árbol con el que muchas generaciones crecieron alrededor de él.
Es lo que pasa cuando los mandatarios no miden las consecuencias de sus anuncios y salen ante la opinión pública a hablar por hablar; cuando buscan responder mediáticamente sin consultar primero si jurídica o presupuestalmente se puede.
Este es un ejemplo para llamar la atención de los actuales mandatarios y funcionarios públicos en todas las estructuras del Estado para que sean más responsables y eviten generar falsas expectativas con cosas que de antemano saben que no podrán cumplir. Cordura, responsabilidad y honestidad ante todo.