La situación para Petro no puede ser peor. Lo digo porque ingenuos que creyeron en él, como Daniel Samper Ospina y María Jimena Dusan, hoy ya no dan ni un centavo por el otrora M-19.
Me reitero, como ya lo he hecho, digo lo de la guerrilla del M-19 no porque tenga un carácter ofensivo sino precisamente porque es el mismo Petro quien se siente ufano de provenir de las filas guerrilleras.
Si ondea la bandera y se siente orgulloso de esa guerrilla, y sus crímenes, entonces no resulta lógico que se sienta ofendido por decirle “el hombre del M-19”.
Volviendo a quienes no dan un centavo por Petro, no se puede perder de vista que ha sido la misma Dusan la que le preguntó desde su tribuna periodística por sus adicciones y le requirió que se sometiera a tratamiento médico. Ahora, es la misma periodista quien enfrenta hoy a “la mujer más poderosa” de La Casa de Nariño (como la llaman algunos colegas de otros medios) por el escándalo de corrupción que envuelve a su hermano, Andrés Sarabia.
Por el lado de Samper Ospina, el humorista no escatima oportunidad alguna para enrostrarle todos sus errores con su típico humor bogotano. Incluso, ha sido más ridiculizado que presidentes anteriores por la sencilla razón de que no habíamos tenido tan deplorable “liderazgo” en La Casa de Nariño.
Por demás, tanto Samper como Dusan, han sido víctimas tanto de las barras bravas, pagas por el régimen, como de la misma dosis de odio que destila Petro desde su cuenta de “X”.
Lo anterior viene a lugar porque la “Administración por Sobresaltos” está llegando a su mitad y el hombre del M – 19 luce cada vez más solo y errático en funciones.
Se nota que no disfruta de gobernar; es más, un tío de la senadora María José Pizarro, hija del guerrillero Carlos Pizarro, lo califica como un gobernante mediocre.
Y eso ya es más que evidente. Quienes los dijimos desde la campaña y nos ganamos tantos insultos como burlas nos ahorramos el desencanto. Sabíamos que esto iba a ser un desastre. Y quienes nos fustigaron ayer, hoy están callados y agazapados ante el descrédito que hoy resulta autoproclamarse como “petrista”. Las encuestas, así lo confirman.
En efecto, con Petro solo están sus adoradores, los políticos y contratistas que han prendido su alma a un contrato so pena de llamarse técnicos y al “barril de los puercos” como se conoce al presupuesto nacional.
El “estado de decepción” es generalizado y la mediocridad de Petro, su egolatría e ínfulas de dictadorzuelo bananero lo están llevando por el camino del fracaso y al país por un abismo.
De seguro, su impopularidad seguirá creciendo toda vez que continuará por el mismo sendero del fracaso.
Es tal el desastre y el desgaste en la opinión pública que la gente está anhelando que pasen dos años rápidamente y llegue el siguiente gobierno a poner en orden la casa.