Desde hace tres décadas en el mundo se viene predicando sobre el surgimiento del alojamiento alternativo, inicialmente en los destinos vacacionales para periodos estacionales, la oferta se concentró en pequeñas fincas, luego se extendió a viviendas urbanas, edificios de apartamentos y condominios, realidad que desde la institucionalidad se abordó con normatividad urbano funcional y fiscal.
La tendencia se consolidó con la irrupción del Covid-19 en la medida en que se privilegió el alojamiento personalizado, tendencia que también arropó el segmento del turismo corporativo enfocados en el achatamiento de los costos y gastos en viáticos para los ejecutivos participantes.
Las comunidades locales empezaron a percibir una enorme presencia de visitantes en sus sitios de residencia, poco a poco se sintieron expulsados de su habitual vivienda, de manera simultánea los hoteleros empezaron a percibir la ciudad con un alto registro de turistas y sus establecimientos con bajos índices de ocupación. De otro lado, las autoridades encargadas del orden público y la seguridad ciudadana vieron crecer la demanda de asistencia a lugares de residencia para atender escándalos, riñas, consumo de sustancias psicoactivas y lo más graves temas de abuso sexual con menores de edad.
El tema del alojamiento alternativo se desbordó, comunidades, empresarios prestadores de servicios turísticos entran en pánico e inician a promover nuevas medidas que normalicen la situación. Ejemplo de esta situación se promulga desde Barcelona, las autoridades están construyendo un plan para ajustar el uso de la vivienda turística, igual gestión están trabajando en París, Viena, Berlín y Nueva York, en el caso colombiano, Bogotá, Medellín y Cartagena, se ha sumado a la iniciativa de impulsar reformas a la Ley General de Turismo con el propósito de controlar el crecimiento y la sana convivencia en las viviendas turísticas, propósito para el cual se reunirán a finales de agosto de 2024 en la ciudad de Cartagena.
En el caso del departamento del Huila al 31 de marzo de 2024 momento de cierre de la renovación o inscripción del Registro Nacional de Turismo, se reportó el Registro de 1.220 prestadores de servicios de alojamiento con operación en el departamento del Huila, de ellos, tan solo el 35.74% corresponden a la tipología de hoteles; el 29,34% son alojamientos rurales; el 15.16% son apartamentos turísticos; el 6.48% son casas turísticas; el 5,98% son hostales, y con registros menores se identifican albergues, glamping, apartahoteles, campamentos, tiempo compartido y centros vacaciónales, en suma, en el Huila operan doce tipologías de alojamiento, y curiosamente el Índice de Ocupación Hotelera se calcula como es lógico para los hoteles, y quien controla y lleva el registro de ocupación de las restantes once tipologías de alojamiento? tal vez esto explique el enojo y preocupación de los hoteleros opitas.
