Los colombianos amanecieron ayer con un nuevo episodio que refleja el desangre que vive el país y la incapacidad del Estado para frenar la ola de violencia desatada por los grupos ilegalmente armados: la masacre de 6 militares.
Como se empezó a registrar en los medios de comunicación desde el jueves en la noche, el asesinato de los militare se produjo en zona rural del municipio de Valdivia, departamento de Antioquia, en donde el Batallón de Operaciones Terrestres 24 desarrollaba operaciones contra un grupo de disidentes de las Farc. Los uniformados, entre estos un suboficial, cayeron en una zona preparada por explosivos, cuya onda mutiló a algunos de ellos.
Inicialmente, se informó de la muerte de cuatro militares, pero a las pocas horas se conoció que otros dos soldados que estaban heridos murieron por la gravedad de las lesiones en sus cuerpos. Las víctimas fueron identificadas como el sargento segundo Diego Armando Marín López y los soldados profesionales Yeison Gómez Chima, Jesús Manuel Casso Campo, Rodolfo José González Núñez, Andrés Stiven Ramírez Castaño y Cristian Julián Torres Delgadillo
“Lamentable la muerte de seis soldados en campo minado de Valdivia, Antioquia. Más jóvenes muertos en la guerra de la codicia… mi sentido pésame a sus familias de colombianos y colombianas decentes”, fue el mensaje que a través de sus redes sociales envió el presidente Gustavo Petro tan pronto se supo de la masacre de los uniformados.
Por su parte, el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, expresó: “Fin del cese al fuego ¡ya! La macabra alianza entre el ELN y las disidencias de las FARC tiene hoy a Antioquia y al país de luto”.
Toda la sociedad colombiana debe rechazar esta clase de hechos de barbarie. Y cada vez hay más voces que le están exigiendo al Gobierno de Gustavo Petro que reoriente su estrategia de seguridad para frenar la escalada de violencia que sacude al país. Evidentemente, si el Gobierno no reacciona, el desangre continuará.