Magistral la intervención del Presidente de la Corte Constitucional, José Fernando Reyes, cuando explicó las razones por las cuales no es necesario cambiar nuestra Constitución Nacional que cumple 33 años, durante el evento manifestó, “absurdo proponer nuevos proyectos si no hemos sido capaces de desarrollar y cumplir el pacto de 1991”. La realidad es que nuestra carta magna cubre todos los temas ( más de 400 artículos ) pero en su gran mayoría no se ha podido desarrollar ya que requiere de su reglamentación mediante leyes; si bien su inspiración es socialdemócrata que da la posibilidad de reformas estructurales en aspectos socio-económicos y políticos, los artículos reglamentados han sido a conveniencia de congresos neoliberales que defienden intereses poderosos, por tanto el problema no es la Constitución ni la Constituyente, es el Congreso, o quizás el pueblo que lo elige? En el evento de que se aprobara la Constituyente y se expidiera nueva Constitución nada lograríamos si continuamos con congresos neoliberales que la reglamentarían según sus intereses como ha ocurrido por más de tres décadas.
Cuando la Constitución cumplió 25 años elaboré un artículo sobre la reglamentación de algunos aspectos que anularon el noble espíritu constitucional, es el caso del artículo 60 que da la posibilidad de democratizar la propiedad cuando el Estado enajena o privatiza sus bienes, caso en el cual ocurrió lo contrario porque la Ley reglamentaria permitió mayor concentración de la riqueza; otro caso hace referencia al artículo 25 sobre el derecho al trabajo digno, las retrógradas leyes laborales pauperizaron las condiciones del trabajador, su resultado: cerca de 80% de la fuerza laboral ubicada en la informalidad, el rebusque y desempleo; además las leyes sobre sostenibilidad fiscal frenaron el cumplimiento de los derechos sociales y económicos previstos en la Constitución. Lo anterior es parte de lo que Petro acertadamente llama contrarreformas y es su principal argumento para proponer cambio de Constitución, pero estas leyes neoliberales se podrían reversar por un Congreso reestructurado que aún no tenemos (o mediante referendo o consulta popular), y no se podrían reversar con una nueva Constitución sin cambiar el Congreso, parece que Petro ignora que el obstáculo es nuestro órgano legislativo.
Históricamente las encuestas sobre la función del Congreso demuestran desaprobación de manera categórica con altos porcentajes, similares a las obtenidas en reciente estudio de DATEXCO en el cual el 82% califica su trabajo entre malo y regular y solamente para el 8% es bueno, por tanto es inconcebible que con esta opinión tan desfavorable sigamos eligiendo los mismos verdugos, más aún en la pasada Consulta Popular Anticorrupción donde se incluían algunas reformas como la reducción del salario del congresista de 40 a 25 salarios mínimos no se logró el 33% de los votos válidos para su aprobación, sin embargo parece que lo más práctico sería insistir en la participación y presión popular mediante Consulta o Referendo para obtener una reforma estructural al Legislativo y así facilitar verdaderos cambios sociales para evitar una Constituyente tortuosa, innecesaria, inocua y muy costosa.