La guerra en Ucrania no cesa y el sufrimiento de la población infantil tampoco da tregua. Los derechos humanos de los niños y las niñas en medio de las hostilidades se encuentran seriamente amenazados y entre tanto la vida va y viene en un verdadero campo de batalla. Agobiante realidad que impacta notablemente su bienestar integral con graves afectaciones en su desarrollo físico y cognitivo y ni qué decir de las profundas secuelas que marcarán sus vidas por siempre.
Golpea el alma verificar las estremecedoras escenas a raíz de los recientes sucesos divulgados por diversos medios de comunicación, tras la destrucción del mayor hospital infantil de Ucrania. En el ataque, varias personas murieron y decenas más resultaron heridas de gravedad. Valga destacar que en dicho centro pediátrico se llevan a cabo alrededor de 7000 intervenciones quirúrgicas, incluidos tratamientos contra el cáncer y enfermedades hematológicas.
Para Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF: «el ataque contra el hospital Okhmatdyt, es otro brutal recordatorio de que en Ucrania no hay ningún lugar seguro para la infancia». Pese a que «los hospitales deberían ser refugios seguros, ya que gozan de un nivel especial de protección con arreglo al derecho internacional».
Y como si esto no fuera suficiente, el desgarrador panorama no para allí. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, «no hay ningún aspecto de la vida de los niños que no se haya visto afectado por el conflicto, y en este sentido cabe hablar de niñas y niños asesinados, heridos, obligados a huir de sus casas, privados de una educación esencial y despojados de los beneficios de un entorno seguro y protegido».
Bien es sabido que indistintamente de las motivaciones o fuerzas implicadas, los conflictos bélicos traen consigo enormes sufrimientos por sus devastadores efectos, pues a más de impactar de manera flagrante historias de vida familiares, violaciones de derechos humanos, desplazamientos masivos, escasez de alimentos y medicamentos, conlleva pérdidas humanas incalculables, aunado a la ostensible afectación de la salud física, mental y social de quienes logran sobrevivir.
¿Hasta cuándo tendrá que sobrellevar la población infantil las cicatrices de tan demoledora barbarie? «El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, ésta establecerá el fin de la humanidad». Atinada consideración de John F. Kennedy.