Con frecuencia, los términos personalidad, carácter y temperamento se emplean de manera indiscriminada y casi igual, pues bien, Edgar Javier González Vargas, psicólogo especialista en adicciones, colabora en la clarificación de estos conceptos. LA NACION, Neiva Con frecuencia, los términos personalidad, carácter y temperamento se emplean de manera indiscriminada y casi igual, pues bien, Edgar Javier González Vargas, psicólogo especialista en adicciones, colabora en la clarificación de estos conceptos. Explica que la personalidad está formada por una serie de características utilizadas para describirnos y entre estas se encuentran lo que en Psicología se denominan rasgos (agresividad, sumisión, sociabilidad, sensibilidad…); conjuntos de rasgos (extroversión o introversión), y otros aspectos como sus deseos, motivaciones, emociones, sentimientos y mecanismos para afrontar la vida. “Es decir la personalidad es la forma en que pensamos, sentimos, nos comportamos e interpretamos la realidad y determina la manera de reaccionar ante el otro, el modo de comunicarse, de pensar y expresar las emociones”, afirma el subdirector de la Fundación Salem. Para el experto, una personalidad psicológicamente sana y equilibrada tiene las siguientes características: Es flexible, personas que saben reaccionar ante las situaciones y ante los demás de diversas formas adaptándose a las exigencias de la vida, en vez de comportarse de un modo rígido e inflexible; lleva una vida más variada, realizando diversas actividades, en vez de centrar su vida alrededor de un mismo tema; es capaz de tolerar las situaciones de presión y enfrentarse a ellas y no se viene abajo ante las dificultades y contratiempos; y su forma de verse a sí misma, al mundo y a los demás se ajusta bastante a la realidad. Entre tanto, el temperamento, en gran parte heredado, determina las respuestas iniciales a los estímulos, es la dimensión biológica e innata de la personalidad poseedora de una flexibilidad que permite adaptarse a los desafíos y superar los obstáculos de la existencia. Mientras que el carácter es adquirido, fruto de la experiencia, flexible y representa el modo como una persona interpreta las respuestas a los estímulos del medio que lo rodea. Los recuerdos que forman el carácter son armados por los lugares, personas, situaciones, y objetos y nos permite calcular, comparar, juzgar, planificar y anticipar. “Lo maravilloso del carácter es su facultad de modificar al temperamento, permitiendo al individuo aprovechar lo útil y amortiguar las tendencias biológicas o los instintos menos deseables”, subraya el psicólogo Edgar Javier González Vargas. *Fundación Salem. Celular: 314 453 9125