No es un tema nuevo. A través del tiempo, Colombia ha despreciado de manera permanente las consecuencias de manejar con criterios equivocados la nómina de la Cancillería. En el Senado de la República se les dijo a los numerosos cancilleres del gobierno anterior, que recuperaran la nómina y no la dejaran en manos de la Casa de Nariño. Pero con mucha tristeza hay que reconocer que no obstante el vuelo que le han dado a nuestras relaciones internacionales, tanto la actual Ministra de Relaciones Exteriores como el Presidente de la República, siguen cometiendo los mismos errores. Acaba de renunciar el Embajador de Colombia en Perú, Jorge Visbal Martelo, nada menos porque a este ex congresista de la U, le fue dictada orden de captura por presuntos nexos con “paras”. Pero eso sí, adujo ante la Ministra y el Presidente, renuncia por razones personales. ¿No le da pena al Gobierno semejante oso internacional? ¿Por qué no miden las consecuencias de ciertos nombramientos? porque además no es el primero y al paso que van las cosas puede no ser el último. Puede que los colombianos nos hayamos acostumbrado a acusaciones como “concierto para delinquir agravado, por hechos ocurridos cuando se desempeñó como Presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, entre los años 1998 y 2004,” como continúa la nota periodística. Pero con absoluta certeza, el resto del mundo no, y estas notas están circulando no solo en América Latina sino en todos aquellos países donde Colombia tiene una embajada y en donde se han adelantado gestiones exitosas para ganar oportunidades y prestigio. Con todo respeto con el Gobierno, al que se le reconocen muchos esfuerzos positivos en este campo, con este tipo de nombramientos, están borrando con el codo lo que han hecho con la mano. Lo colombianos de bien, que son la gran mayoría, no se merecen este espectáculo bochornoso. Definitivamente los capítulos del paramilitarismo no terminan y siguen apareciendo coletazos que no solo perjudican seriamente al país sino que ciernen una mancha de duda sobre los 46 millones de ciudadanos, que hoy más que nunca andan por el mundo, en busca de nuevas oportunidades. Una reflexión final. El gobierno necesita recuperar la carrera diplomática no solo en imagen sino dándole la oportunidad a la gente que se prepara normalmente, no de grandes familias sino de clases medias, para que jueguen un papel importante en las misiones en el exterior. Cuando se nombren políticos, que es inevitable en este país, que se realice no para pagar favores sino para que el país tenga una representación digna y que no nos avergüence. Créame Presidente Santos: no quisiera estar en su puesto antes de la Cumbre de las Américas, con un Embajador en un país tan importante como Perú, que además también fue el representante plenipotenciario del Presidente Colombiano, nada menos que en Canadá, en detención preventiva y con semejantes acusaciones. La Cancillería no puede seguir jugando un papel secundario en los nombramientos sino que debe mirarlos con objetividad para que no se repitan estos episodios que además de pena, dan mucho dolor de Patria.