El chavismo lleva 25 años en el poder, en una coyuntura que Nicolás Maduro ha intentado conservar mediante una “conciencia de clase” que, apoyada por programas asistenciales y subsidios en comida, servicios públicos, muebles y enseres, entre otros; han garantizado la permanencia en el Palacio de Miraflores; para muchos de manera dictatorial, porque no existe una división de poderes.
Estados como Brasil, Chile y Colombia que tienen gobiernos de izquierda han expresado mensajes de inconformidad con la transparencia de los resultados por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela. Además, se tiene una gran expectativa a la reunión de los presidentes Biden y Lula Da Silva, para el reconocimiento de la reelección de Maduro, de ser negativo, esto implicaría un nuevo bloqueo internacional, que en el pasado fracasó con El Grupo de Lima como instancia multilateral creada en 2017. Hasta propios partidos de izquierda en Venezuela como el Partido Comunista, han manifestado rechazo ante imposiciones autoritarias.
El profesor Oscar Mejía Quintana de la Universidad Nacional, en redes sociales hace alusión de la importancia de crear una resistencia desde la misma izquierda, “la oposición de izquierda fue la figura que Trostki concibió para oponerse legítimamente desde la izquierda al totalitarismo estalinista. Sin caer en las posturas reaccionarias de derecha desde la izquierda crítica y democrática hoy podemos reeditar esa postura contra el estalinismo imperante en Venezuela que manipulando las elecciones se quiere perpetuar en el poder contra la voluntad popular”. Una postura que, en el pasado, era poco probable, ya que el chavismo lideraba y unía a la izquierda en el continente.
La puja por el poder también tiene un orden geopolítico entre Estados Unidos – Unión Europea, frente a Rusia – China, los cuales organizan sus “Países satélites” para generar aperturas económicas y políticas que garantizan sus procesos expansionistas, y aunque siempre se hable de la soberanía nacional como un baluarte, la realidad es otra. Aquí la disyuntiva entre izquierda y derecha, pasan a un segundo plano con los proyectos que organizan gobiernos aliados en el mundo.
Finalmente, la comunidad internacional exige mayor transparencia en una eventual victoria de Edmundo González. Como diría el secretario general de la OEA, Luis Almagro, “Ninguna revolución puede dejar a la gente con menos derechos de los que tenía”; y aunque la democracia es un sistema con dificultades, es el menos imperfecto, y sin vigilancia, resulta una farsa.