Cuando se habla de soledad no me refiero a todas las posibilidades que la polisemia le permite al adjetivo “solo” del solamente adverbial (sólo). NO nos referimos al adjetivo de “solo” con el que se autocalificó Nicolás Petro, para manifestar que no se iba auto – inmolar por él. No me refiero a la soledad física que experimenta el mismo presidente en ese lugar, lúgubre y frio que es la casa de Nariño que debe exorcizarse de los peores juegos y jugaditas y complots contra los pobres olvidados y condenados al laberinto de la soledad. Tampoco me refiero a la soledad y el eco que debe sentirse cuando se pronuncia un discurso entre los burócratas acomodados de la ONU o de organismos multilaterales que ya olvidaron su razón de ser; tecnócratas, seguidores y mandaderos de los intereses de las elites internas de sus países y de las elites trasnacionales. Hablamos, sin embargo, de la soledad que debe sentirse en las ceremonias de ascenso de los altos militares, cuya conciencia ha sido formada por verdaderos maestros gendarmes como Uribe, María Fernanda cabal o Paloma Valencia o el mismo Zapateiro. “Solo”, absolutamente “solo” y en un diálogo de sordos debe sentirse el presidente cuando debe intervenir ante Confecámaras, Fenalco, Fedegán o las asociaciones de industriales, ante las élites terratenientes que lo escuchan pero que nunca le harán caso a su sensibilidad y compromiso social. El gobierno presidencial de Gustavo Petro debe ser un gobierno democrático y sobre todo debe representar un mandato ciudadano para la consecución de los valores por los que votamos: La paz, una reforma rural integral, la trasparencia y la participación, lucha por la equidad, mayor verdad, justicia, reparación y pago de las deudas históricas que tenemos como sociedad con los discriminados y los que históricamente no han contado. Los valores de un gobierno así se luchan en medio de la soledad y la incomprensión; por todo ello, se puede decir que a Petro lo han venido dejando “solo” ¿Quiénes? Solamente algunos colombianos que ayudaron a conseguir que por primera vez un gobierno no tradicional haya llegado a la `presidencia. LO van dejando solo, sólo algunos pocos de los que votaron por él y se han dejado manipular por la propaganda, las noticias falsas, y las falacias argumentativas de la derecha, por los discursos que encarnan reales intereses de los que quieren que todo cambie, para que todo siga igual en el reparto de privilegios y en las prácticas de inequidades históricas. Lo han dejado sólo algunos de los integrantes del pacto histórico que soñaban sólo con el cambio del ejercicio de una hegemonía corrupta. Los que sólo creían que el cambio se iba a dar en la medida en que ellos pudieran manejar contratos, puestos burocráticos, altas posiciones con las mismas reglas y condiciones que la política tradicional los ha manejado. Pero también lo han dejado “Solo”, sólo algunos funcionarios de su gobierno que no han entendido el paradigma que supone hacer una administración honesta, trasparente, participativa, los que no han entendido que se había llegado al tiempo de administrar un Estado con mayor equidad, pero con solvencia ética y con conocimiento administrativo. A Petro lo han dejado “solo” la familia, solamente los amigos más cercanos, sólo los aparentes socios de sus convicciones, los que, sin embargo, nunca creyeron en el cambio, los que solamente querían reivindicar sus propios privilegios ante la primera oportunidad que tenían de poseerlos.