Fréderic Massé, a quien el El Espectador hace ocho días le publicó un artículo sobre los pros y los contras del cese al fuego con las Farc, presenta varias alternativas que se podrían tener en cuenta ante la propuesta de esta organización armada como punto de partida para los diálogos en busca de una solución política del conflicto que afecta a Colombia. Gabriel Calderón Molina Fréderic Massé, a quien el El Espectador hace ocho días le publicó un artículo sobre los pros y los contras del cese al fuego con las Farc, presenta varias alternativas que se podrían tener en cuenta ante la propuesta de esta organización armada como punto de partida para los diálogos en busca de una solución política del conflicto que afecta a Colombia. Pero parece que el autor del artículo no vive en Colombia o, por lo menos, desconoce la realidad de lo que ocurre aquí. En el caso nuestro hay una diferencia fundamental con el conflicto que vivieron y superaron Guatemala, el Salvador y países del Africa y Asia hace algunos años. La diferencia es que en Colombia está de por medio el negocio de la coca. Las Farc son un cartel productor de estupefacientes, los comercializa, hace pactos con capos que los exportan y se nutre sus ingresos para financiar la guerra. La propuesta de cese al fuego que hace las Farc no contiene referencia alguna al cese de esta actividad, lo cual quiere decir que su intensión es seguir en ella mientras se sienta a negociar con el gobierno, y quizás más allá, si se pactara la paz. Así sucedió en El Caguán, mientras dialogaba, o más bien, fingía que dialogaba, estaba fortaleciéndose con el negocio de la coca. La guerrilla desde hace tiempos se sostiene en un alto porcentaje con el narcotráfico. Sin este componente inmoral posiblemente ya hubiera desaparecido. Gran parte de sus actos de violencia se deben a su condición de narcotraficante. Pero esto no lo tiene en cuenta el articulista en mención y cree que para Colombia puede ser válido el procedimiento seguido en otros países. Dice que el cese al fuego es un proceso político, pero olvida que el narcotráfico es para la guerrilla un modo de vida. ¿Va a renunciar a ese modo de vida durante el cese de hostilidades? ¿Va a renunciar a aquello que la sustenta económicamente? Para entenderse con el gobierno y llegar al cese del fuego como lo proponen, ¿van los jefes guerrilleros a destruir la infraestructura productiva de coca que tiene en la Costa Pacífica y en gran parte del país? Lo veo muy difícil, a menos que el gobierno caiga en la ingenuidad de no incorporar este tema en las negociaciones.